La reciente aparición de “El diablo listo y otros poemas” (Edición bilingüe. Los versos de Cordelia. Madrid, 2011), es una excelente oportunidad para adentrarse en el universo de Gumiliov. Mediante las cuidadas y rítmicas versiones de Luis Gómez de Aranda, pueden hallarse muchas de las claves poéticas de un autor tan injustamente olvidado. El prefacio de Luis Fraga da pistas importantes sobre la sorprendente vitalidad del poeta y de cómo buena parte sus textos nacieron de su sugerente universalidad.
Para Gumiliov, la poesía era el lugar donde todo sucedía; sabía que nada podía hacer que ésta se desentendiera de su libertad y su certidumbre. La fuerza de su cántico radicaba en su sinceridad, en el empeño desmedido por demostrar que lo lírico es capaz de vencer el espacio y el tiempo, y puede trascender las fronteras de cualquier teoría o enseñanza estéticas.
En 1905 -contaba tan sólo diecinueve años- publicó su primer libro, “El camino de los conquistadores”, título que podría interpretarse como una personalísima declaración de intenciones. Viajero incansable -vivió largas temporadas en Francia, Inglaterra, Italia, fue como expedicionario a África…-, supo aprovechar el paso de su atenta mirada por tan atractivos lugares como fuente de inspiración. En 1914, se alistó en el regimiento de Ulanos y combatió en el frente en Polonia y Prusia. Por su valor, fue condecorado dos veces con la Cruz de San Jorge. Sin embargo, su amor por su patria -de la que entraba y salía con tanta frecuencia-, le costó una muerte cruel e indigna. En agosto de 1921, la Cheka de Petrogrado lo detuvo, y, junto con otras sesenta personas, fue fusilado por pertenecer a la “Organización de Combate de Petrogrado”, que pretendía restaurar el régimen zarista a través del llamado “complot de Tagántsev”. En 1992, el juicio a Nikolay Gumiliov fue anulado, y pudo demostrarse que ni tal complot ni tal “Organización de Combate” existieron jamás.
A pesar de su corta existencia, Gumiliov tuvo tiempo de editar siete poemarios, varias obras teatrales, e infinidad de artículos y traducciones. Fue el fundador del acmeísmo -movimiento surgido como pretendida superación del simbolismo al que se adscribieron autores como Ossip Mandelstam, su propia esposa Anna Ajmátova, Mijail Kuzmín,etc-, creó el “Gremio de Poetas”, fundó una revista “Guiperborei” y una editorial con el mismo nombre.
Esta antología, que recorre de forma cronológica la producción gumiliovana, subraya -como bien anota el citado prologuista, Luis Fraga- cuatro aspectos fundamentales: “su fuerza expresiva, la elegancia concisa de sus frases, el poder visual de sus imágenes y la energía heroica de su universo temático”.
Y sin duda, que el lector, podrá descubrir tales virtudes, detrás de estos versos de amor, de muerte y de esperanza.
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