“Detrás de toda realidad hay siempre un enigma y el poeta tiene que intentar descifrarlo, valiéndose a veces de cierta complejidad expresiva. La poesía o ahonda en los secretos que nos rodean o no es nada”, afirma Caballero Bonald. A sus 85 años, y con una carrera jalonada de premios, el escritor jerezano se sorprende de haber sido capaz de escribir este “largo soliloquio” que le ha servido para saldar “unas deudas antiguas y medio enconadas”. Y reconoce que “es una tentativa arriesgada”, pero no quiso “evitar el riesgo”.
Las “entreguerras” del título tienen “un sentido literal”: se refieren a sus “conflictos personales, a los enfrentamientos paulatinos con ciertas realidades inaceptables, a las luchas interiores para ir soldando lo que se vive con lo que se escribe”. Publicado por Seix Barral, el libro refleja también las dudas e incertidumbres que invaden su vida, pero que le sirven de “acicate creador. La incertidumbre para mí es fundamental, y las dudas son las que mejor te sirven para abrirte camino por el laberinto de la experiencia”.
La palabra “miedo” resuena con insistencia en este libro en el que el escritor alcanza algunos de los momentos culminantes de su poesía. Y es al final de sus páginas cuando reconoce que no sabe si podrá “sobrevivir a las plurales índoles del miedo”: “tengo miedo ahora mismo madre miedo de no llegar de no poder llegar”, escribe. “A mí a veces me ha costado superar esos miedos que quizá vengan de la infancia y forman parte de tu propia manera de ser. La poesía ha sido en este caso como un antídoto. La poesía siempre puede tener, incluso en términos psiquiátricos, un efecto curativo”, comenta quien en 2012 conmemora los sesenta años de su primer poemario, Las adivinaciones, y los cincuenta de su primera novela, Dos días de setiembre.
Caballero Bonald está “casi seguro” de que Entreguerras va a ser su último libro, pero también en 2005, cuando publicó Manual de infractores, esa apología poética de la desobediencia que le valió el Nacional de Narrativa, decía que esa obra tenía “algo de testamentario” y, sin embargo, cuatro años más tarde llegó La noche no tiene paredes, otro excelente poemario. “Creo que Entreguerras va a ser mi último libro, pero, de pronto, un día se me viene a la cabeza el arranque de un poema o una situación especial que me incita a escribir algo... Es posible que eso ocurra. Lo que sí descarto es escribir novela y el tercer tomo de mis memorias porque es un proyecto a largo plazo para el que hay que trabajar mucho. Y ya no me gusta trabajar: me gusta la vida contemplativa”, dice con humor.
Entreguerras lleva como subtítulo De la naturaleza de las cosas, en claro homenaje al De rerum natura, de Lucrecio.
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