Y, realmente, si no quiere quedarse en el tópico o conocer unas tradiciones singulares y cargadas de simbologías por lo que le cuentan, lo mejor que puede hacer es acudir a este rincón de la campiña onubense a partir del sábado.
Es el de este año, según declaró ayer la alcaldesa de Trigueros, Victoria Caro Regidor, un Santo más austero, que recupera tradiciones que se iban deteriorando o se habían guardado en el cajón del olvido y que promociona la imbricación entre fiestas y cultura. Lo de austero, según Caro Regidor, porque se ahorrará en recepciones y otras acciones institucionales superfluas, para que en la calle, no se note que hay crisis y los triguereños y los visitantes vivan la fiesta con la mayor dignidad.
San Antonio Abad, realmente, empieza el seis de enero, cuando al son del tamboril y la flauta se venden las papeletas para la rifa de los cochinos. Y tiene un primer punto álgido el día 16, con las candelas. Ya está en marcha también el novenario, y el culmen será el sábado, con el traslado de la imagen de su capilla a la Iglesia Parroquial. El día se cierra con fuegos artificiales, y el domingo se abre con la bendición de los animales, después la procesión de Tercias, y la solemne función principal, que presidirá el obispo de Huelva, José Vilaplana. Y ala una y media, el santo ala calle, para recorrer todo el pueblo, para parar casa a casa, para vivir escenas tan emotivas y devotas, como las que se viven en el cementerio, según recalcó ayer Manuel Moreno, capataz desde hace 24 años, (más otros nueve de costalero a sus espaldas), para acercarse a las ventanas de esos mayores que ya no quieren salir, y quieren recibir la bendición y la rosca del Santo, por un año más.
El cartel, obra de Manuel Ramírez
Pinta desde que tiene uso de razón (creció en el taller de su padre, entre lienzos y pinceles) da una visión del Santo donde son protagonistas las gentes de Trigueros. Con las “luces y sombras” de la fiesta.
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