El fuerte viento hizo que sus tripulantes tuvieran que bajarse de la embarcación, que fue remolcada por un pesquero
El fuerte viento ha hecho que esta mañana, sobre las doce, un velero tripulado por dos personas quedase encallado en los arrecifes cercanos a los corrales de Rota, a la altura del Hotel Playa de la Liz. Finalmente, y sin más percances, ha podido ser remolcado por un pesquero que se encontraba faenando cerca, aunque un buque de Salvamento Marítimo se acercó a la zona para intervenir en el rescate.
El velero, de tipo deportivo de corta eslora, quedó varado en la zona de los arrecifes frente al Hotel Playa de la Luz. Un repentino cambio de la intensidad del viento de levante, unido a una fuerte corriente por la marea creciente, fueron los condicionantes para que esta embarcación encallara. Desde la costa la Policía Local destinada como retén a la zona del incendio de los pinares, dio la voz de alarma tanto a salvamento marítimo, como a protección civil y la Cruz Roja.
Pero el salvamento sin embargo vino desde el mar, de la embarcación de pesca profesional María y José, patroneada por los hermanos José y Salvado Álvarez, que estaban faenando en esos momentos cerca de la zona, fueron los primeros en prestar auxilio. Con una gran destreza y conocimiento de esta peligrosa zona de la costa, con un fondo de rocas muy pronunciadas, llegaron junto al velero, lanzándoles un cabo que les sirvió como remolque.
Los tripulantes del velero siniestrado, Cesar Vilas y Miguel Carro, estuvieron en todo momento junto a su embarcación para que esta no se destrozara contra las rocas. Cesar fue el que nadando acercó y amarró el cabo al velero. La embarcación María y José les remolcó al Puerto Deportivo de Rota, donde les esperaba una dotación de la Cruz Roja. Pero ambos se encontraban en buen estado de salud, con algunas magulladuras y cortes producidos por el roce con las piedras.
Ya en el pantalán del Puerto de Rota, se produjeron escenas emotivas de agradecimiento de los propietarios del velero, hacia sus rescatadores. No todo el mundo expone su barco para salvar a quien lo necesita, a pesar de que en el mar existe ese código de honor de no dejar a nadie sin auxilio, muchos hacen oídos sordos a las llamadas de socorro. No es este el caso de los hermanos José y Salvador Álvarez, dos caballeros del mar. Un final feliz para una jornada incierta, con el mar y el viento de levante como testigos.