Según el presidente del colectivo vecinal, José Beato, la finalización de las obras ha dado paso a “una autopista” transitada a diario por miles de vehículos que acceden desde la plaza de las Angustias “a mucha velocidad”.
La estrechez de la calle incrementa aún más si cabe la sensación de peligro, toda vez que los viandantes apenas disponen de un espacio propio por el que transitar. Además, Beato advierte de que muchos vecinos que salen de sus domicilios se ven sorprendidos por los vehículos, cuyos conductores apenas tienen tiempo de reacción para evitar el atropello.
En la confianza de que no ocurra ninguna tragedia, los vecinos reclaman al menos la instalación de bolardos que obliguen a los conductores a aminorar la velocidad, evitándose de paso que los estacionamientos indebidos reduzcan aún más la superficie de la plataforma única en la que se integran calzada y acerado. De momento, la calle sólo dispone de un disco que limita la velocidad a 20 kilómetros a la hora y de un badén -en el tramo más próximo a la Cruz Vieja- que obliga a los conductores a aminorar la marcha.
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