Andalucía

Cientos de personas despiden a las víctimas del desprendimiento de tierra

Al frente del cortejo fúnebre ha estado el hermano e hijo de los fallecidos, que salió ileso del desprendimiento.

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  • Imagen del cortejo fúnebre. -
Centenares de vecinos de Cuevas del Almanzora han despedido este domingo en su funeral a las tres personas fallecidas, un hombre de 50 años y dos de sus hijos, de 22 y 24, por el desprendimiento de tierra sobre varias viviendas-cueva ocurrido en la madrugada del viernes.

El cortejo fúnebre ha partido pasadas las 9.30 horas desde el tanatorio y ha recorrido el centro del municipio hasta la Iglesia de la Encarnación, donde se ha oficiado el funeral.

Cientos de vecinos, que han guardado un minuto de silencio a las puertas del tanatorio, han seguido por las calles a los tres coches fúnebres y después han esperado a las puertas de la iglesia, que no ha podido acoger a tanta gente.

Al frente del cortejo fúnebre ha estado el hermano e hijo de los fallecidos, que salió ileso del desprendimiento.

La madre, de 48 años, continuaba este domingo en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de La Inmaculada, en Huércal-Overa (Almería), donde ingresó con varias fracturas tras ser rescatada el viernes por la mañana.

En los actos han participado el alcalde de Cuevas del Almanzora, Jesús Caicedo, además de otras autoridades locales y de otros municipios cercanos del levante almeriense.

Los vecinos han expresado su pesar por la muerte de José Manuel Asensio y dos de sus hijos, Alonso y José Manuel, muy conocidos en el municipio.

"En un pueblo pequeño como Cuevas todo el mundo se conoce y cuando a cualquier vecino le ocurre algo todos lo sienten. Somos como una gran familia. Aunque no tengas un trato personal, todos nos conocemos", ha explicado a Efe Francisco Bravo, vecino del municipio.

La joven Verónica Martínez ha afirmado que los vecinos están muy sorprendidos y apenados por el "desastre" sufrido por la familia, de la que ha subrayado que "no se merecía esta desgracia".

Verónica es prima-hermana del joven de 25 años que también permanece hospitalizado en el Hospital de La Inmaculada, y que fue rescatado de otra vivienda afectada por el desprendimiento.

El joven, según ha explicado su prima, ya ha pasado a planta, aunque este domingo iba a ser intervenido de fractura de pelvis.

Otro de los vecinos, el joven Juan Antonio Caparrós, que vive bastante cerca de donde ocurrió la tragedia, ha destacado la incredulidad de los vecinos ante la muerte de las tres personas, a las que conocía "de toda la vida" y eran "compañeros para las buenas y para las malas".

Por su parte, Ana Josefa Santiago ha insistido en la inseguridad de muchas de las casas-cueva que hay en el municipio, y por ello ha pedido a las autoridades que saquen a las familias y "les den una vivienda".

El desprendimiento, en la madrugada del pasado viernes, de un gran talud de unos veinte metros de altura supuso la caída de unos 3.000 metros cúbicos de tierra y rocas arcillosas sobre varias viviendas de la barriada de El Realengo, donde existen casas-cueva desde hace siglos.

El operativo de rescate se prologó durante todo el viernes hasta las 2.00 horas, cuando los bomberos recuperaron el tercer cadáver, el del padre.

Los trabajos se vieron dificultados por la gran cantidad de tierra y el enorme tamaño de algunas de las rocas caídas sobre la vivienda de los fallecidos, lo que obligó a recurrir a maquinaria especial.

El Ayuntamiento, que el sábado decretó tres días de luto oficial, ha convocado para este lunes una reunión a la que acudirán geólogos y especialistas en movimientos de tierras, entre otros técnicos, para decidir las actuaciones a acometer para garantizar la seguridad de los vecinos.

Una docena de familias permanecen desalojadas de sus viviendas por las afecciones producidas por el desprendimiento y por razones de seguridad, si bien han podido realojarse en casas de familiares, a excepción de tres matrimonios que han sido alojados por el Ayuntamiento en un hotel.

La zona de peligro, donde continúan los trabajos de retirada de tierra, permanece acordonada y vigilada, a la espera de los trabajos de consolidación de la ladera.

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