Los más pequeños optaron por las motos, los coches y sobre todo, hacer sonar las sirenas
Ruido y luces de sirena, agentes uniformados atendiendo a un sinfin de niños y niñas, padres que se dejan tomar las huellas, controles de alcoholemia sin salir a la carretera, manejo de armas sin munición, información sobre el Seprona, lanchas neumáticas tierra adentro y el autobús para el traslado de detenidos abierto de par en par.
Bajo un sol radiante, la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz se asemejaba ayer por la mañana a un parque de atracciones con grupos de visitantes formados esencialmente por padres e hijos ansiosos de conocer los pormenores del día a día de un agente de la Benemérita.
Y es que coincidiendo con la celebración del Día del Pilar, Patrona de la Guardia Civil, la citada Comandancia de la capital abrió ayer sus puertas desde las once de la mañana, dejando sus ‘secretos’ al descubierto por un día.
La convocatoria fue acogida con entusiasmo por numerosos vecinos y ciudadanos que no quisieron desaprovechar la oportunidad de conocer por dentro los entresijos de este Cuerpo de Seguridad del Estado, en un ejercicio entre la diversión, la transparencia y el espíritu didáctico.
Amables y sonrientes, los agentes ayer presentes en la Comandancia de Cádiz se esmeraban en enseñar a padres, hijos y visitantes en general cómo se realiza un control de alcoholemia, cómo se toman, se buscan y se detectan huellas dactilares o por ejemplo, cómo es por dentro un coche dotado con un control y detector de velocidad.
“Lo que vemos es una muestra de los recursos materiales y humanos con los que desarrollamos nuestra labor”, explican desde la Comandancia, al objeto de “enseñar a la ciudadanía qué trabajo realizamos y cómo lo hacemos”.
Preguntado sobre qué es lo que más atrae a los visitantes, sobre todo a los niños y niñas que por decenas se acercaron ayer a estas instalaciones, no hay dudas: “las motos, los coches y las sirenas”, las cuales no dejaron de sonar durante toda la mañana.
El patio central de la Comandancia acogió con la hospitalidad típica de la Benemérita el ajetreo de esta atípica jornada que obtuvo una gran respuesta por parte la ciudadanía. Los visitantes se montaron en los distintos vehículos e hicieron sonar las sirenas aunque no por motivos de seguridad o alarma, sino por pura diversión.
Pero sin duda, los que mejor se lo pasaron fueron los más pequeños de la casa, que pudieron desde montarse en las motos hasta sostener armas reglamentarias.
La jornada concluyó con la degustación de “una paella solidaria para ayudar a un orfanato con el que la Guardia Civil colabora”.