Mientras crece como cineasta, el canario Juan Carlos Fresnadillo mira cada vez más de cerca su infancia, pesebre de miedos desde el que alumbra "Intruders", su tercera película y "la más esencial" de su carrera, en la que el viaje a lo fantástico le acerca a la realidad profunda y emocional del hombre.
Fresnadillo arranca su nuevo filme como tantas otras terminan: enseñando al monstruo, matando la sorpresa para dar paso a lo verdaderamente sorprendente. "Es como una deconstrucción del miedo", explica a Efe en una entrevista en la que habla de la que ha sido su revelación creativa, "que el intruso está dentro y lo desconocido sólo lo sabemos nosotros mismos".
Nominado al Óscar por su cortometraje "Esposados" e "intruso" en la taquilla estadounidense con "28 días después", no es extraño que Fresnadillo haya convencido a actores como Clive Owen y Pilar López de Ayala para la aventura cinematográfica que estrena este viernes en salas españolas tras pasar por San Sebastián y Toronto.
Es la precoz madurez de un realizador que contrajo desde muy pequeño el virus del cine. "Mi madre era una loca del cine y me metió el virus de ver películas. Mi padre, aunque quería que fuera abogado, me metió el de hacer películas".
"Mi padre rodaba todos los eventos familiares con su cámara Super 8 y aprendí a emocionarme con las imágenes sobre una pantalla viendo sus películas", asegura.
La familia vuelve, entonces, a ser la cuna de la absorción de las virtudes y los vicios. "He querido reflejar la infancia como un lugar tan delicado, tan frágil... Cuanto mayor me he hecho, me he dado cuenta de cómo me ha influenciado la infancia, de cómo en esa época de tu vida lo absorbes absolutamente todo", asegura.
Por eso, su mirada hacia fuera en una carrera internacional pasa por exorcizarse desde dentro, por hablar de esos temores heredados de generación en generación, impresos prácticamente en el ADN a través de historias tan triviales como la del hombre del saco.
"Son monstruos conectados a una historia que hay que ocultar. En lo fantástico se esconde algo profundamente real", resume el realizador. Y para llegar a esa realidad, Fresnadillo indaga en sus raíces.
"Inconscientemente, las películas reflejan la realidad de mi país. Me he alimentado de esta cultura y cada vez me gusta más vivir en España, aunque tenga la consciencia de que tengo que coger la maleta", explica.
Siguiendo su línea retrospetiva, Fresnadillo recuerda que a los 16 años vio "Encadenados", de Alfred Hitchcock, y decidió que algún día querría hacer algo así, y como el maestro del suspense encontró el miedo en su educación.
"Estudié en un colegio de curas un poco 'light', los hermanos de La Salle. Ellos me metieron el policía en la cabeza. Sin entrar en la valoración moral, me familiarizaron con la culpa y el miedo, que están de manera sistemática en mis películas", confiesa.
Esa mezcla de lo atávico con la mirada a lo esotérico densifica sus atmósferas, fundamentales para radiografiar el miedo, y el director de "Intacto" sigue para ello la lección de Jean Claude Carrière, guionista de Luis Buñuel y Milos Forman, quien decía que "cada película tiene que ser inevitable e inesperada".
Es por eso que, mientras el público pierde su inocencia y los cineastas buscan desesperadamente la manera de tocar su fibra sensible, Fresnadillo no busca la innovación sino destapar las parcelas olvidadas del yo de la platea. "El miedo son bloqueos y rechazos a lo que uno no quiere enfrentar dentro de sí mismo", sentencia.
Quizá por eso, "Intruders" desecha la psiquiatría y la religión como manera de explicar esos temores. La respuesta está en la esencia, la misma que busca él como cineasta.
"Al final de una carrera, todos los grandes directores han hecho películas más simples que podrías parecer fácilmente sus primeras obras. La experiencia te hace más conciso y necesitas menos ruido", concluye.