Es duro, por lo que dicen, pero se supera e incluso, en su caso, ahí tiene la Alcaldía de su pueblo para seguir jugando a político unos años más. Pero seguir aferrado no a un sillón --estoy convencido de en el fondo ni siquiera le importa demasiado ser un diputado de la oposición-- sino al protagonismo, a ser el eje de todas las miradas, a su edad, ya no tiene cabida.Y si no es por sentido común, porque su cuerpo se lo pide, y todos sabemos que realmente se lo pide, por lo menos lo debe hacer por coherencia política. Cuando un dirigente provoca un problema a un partido, la solución debe venir del propio político, no del partido, porque si lo hace éste el resultado es aún más traumático. Y si alguien quiere un ejemplo que se le pregunten a Francisco Camps, que quiso pelear contra todo el mundo, se creyó que contaba con el apoyo de sus ‘compañeros’ y ahora mismo es un cadáver político al que nadie quier ver en sus fiestas y con el que todo el mundo intenta marcar distancias. ¿Es esto lo que está buscando Cabaña?
Porque da la impresión de que es así. Y, lo que es peor, es lo que va a conseguir.Nadie duda de que Cabaña es un hombre inteligente y que durante muchos años siempre ha ido por delante de los demás, que cuando alguien iba a buscarle él no sólo ya no estaba, sino que había comenzado otra guerra. Pero nada es eterno y ahora debería utilizar esa inteligencia para saber que ya no es su momento.Podrá echar la culpa, y algunos de sus palmeros darle la razón, de que toda la culpa del fracaso del PSOE en las pasadas elecciones municipales fue de los demás, de los alcaldes que no aceptaron sus imposiciones o de quienes las tuvieron que aceptar... públicamente. Pero se equivoca. El PSOE perdió las elecciones, como perderá las generales, porque toca un un ciclo de cambio, porque ya no convence y, lo que es más evidente, porque ya no dispone de dinero para hacer sus ‘políticas sociales’.
La crisis es una realidad y da igual la ideología o los candidatos que se pongan, alguien tiene que pagar lo que está pasando y siempre lo paga el poder. Quizás él mismo y algunos alcaldes han ayudado a que el descalabro fuera mayor, pero no se han perdido las elecciones por su culpa... de momento. Y si no se va antes de tiempo, al final se acabará convirtiendo en lo que él tantas veces ha recriminado a todo sus compañeros: en que sus propios errores han llevado al partido a la debacle.
Porque, a estas alturas de la película, realmente él cree que estando de número 3 en la lista de Rubalcaba va a aportar algo no al resultado (salvo un mayor voto de castigo) sino a la futura política de oposición que se haga en el Congreso. Realmente puede estar convencido de que siendo diputado tendrá poder para hacer frente a Griñán tras las elecciones andaluzas y que le llamarán para ser el ‘salvador’ del partido.Como tantas veces ha hecho él mismo, habrá quien lo utilice (como otros utilizan a los ‘críticos’, que menudo papelón ridículo están jugando) y cuando llegue el momento lo dejará de lado... “por el bien y el consenso del partido”.
Cabaña sabe que ésta es su última batalla, aunque piense que le quedan más, y quizás por eso se aferra al campo de batalla, pero lo prudente siempre es una retirada a tiempo antes de que a la derrota le ponga tu nombre. Porque si lo hace siempre habrá alguien que le dé una cena y una placa de recuerdo entre palmas y alegrías, pero si cae en la derrota (y sacar tres diputados lo será) el único culpable será él. Y entonces ya no tendrá a ningún alcalde a mano para echarle la culpa, ni siquiera al de Benalup.
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