-Tras visitar la provincia de Cádiz, ¿qué impresión se ha llevado?
—Bueno, conozco bien Cádiz, es el lugar que elijo cada año para descansar unos días con mi familia. Lo hago desde que mis hijos eran unos niños y ellos lo eligen ya también para sus vacaciones. Me considero, como un día me definió El Loco de la Colina, una vasca del sur.
-Tanto Cádiz capital como la provincia gaditana están en los primeros puestos en cuanto a número de trabajadores desempleados en Europa. Desde su punto de vista, ¿tiene futuro Cádiz?
—Claro que tiene futuro, un futuro que nos tenemos que labrar entre todos, asumiendo cada cual nuestra responsabilidad y empezando por la de cada uno de los ciudadanos que tiene que elegir bien a sus representantes y ser después exigente con ellos. La democracia no es un trámite, conlleva asumir un compromiso.
-Los gobiernos estatal y autonómico han gastado mucho dinero en subvencionar o ayudar a empresas que al final acaban abandonando Cádiz, como Delphi o la más reciente Cádiz Electrónica, filial de la estadounidense Visteon. A su juicio, ¿están bien dadas estas ayudas y subvenciones?, ¿habría que exigir más compromisos a las empresas?, ¿está de acuerdo con la participación pública en este tipo de multinacionales para asegurar su permanencia en el territorio?
—Las ayudas al sector industrial, a los sectores económicos en general, deben de ser consecuencias de un plan estratégico bien definido y no producto de un cálculo electoral destinado a ganar voluntades. En Cádiz, en Andalucía y en España en general se ha abusado de las subvenciones sin resultado objetivable. No se evalúa el destino de los fondos públicos ni su resultado; todo es cortoplacista, todo esta sometido a un resultado electoral concreto. Por eso estamos como estamos, porque los responsables políticos gastan el dinero como si fuera de otro en vez de invertirlo en actividades rentables para el conjunto de la sociedad. Y también porque los ciudadanos no nos exigen resultados, porque hay demasiados ciudadanos dispuestos a seguir votando en contra o a repetir el voto para aquel que ya le ha defraudado. Y la verdad es esta: nadie cambia si haciendo lo que hace le siguen yendo bien.
-En política municipal también en Cádiz se dan situaciones críticas como el caso del Ayuntamiento de Jerez que va a llevar a cabo un ajuste drástico. ¿Considera que esta es la línea a seguir para estas situaciones?
—La respuesta está en la reflexión anterior. Añadiría que la situación es tan critica que no solo hay que recortar lo superfluo, que eso es urgente: hay que definir qué es lo que sobra, en qué se malgasta y además hay que redefinir el modelo. Si el barco se hunde porque está mal construido no es suficiente, aunque sea urgente, tapar las vías de agua.
-Barbate y La Línea son otros de los ayuntamientos con problemas económicos muy graves no ya para mantener los servicios a los ciudadanos, sino incluso para mantener la plantilla de trabajadores municipales. ¿Por dónde debe pasar la financiación de los ayuntamientos según Rosa Díez?
—España no dispone aún, a pesar de los más de treinta años de democracia, de una ley de financiación local que de estabilidad y recursos ciertos a los ayuntamientos. Además, nuestro país tiene un modelo municipal diseñado en las Cortes de Cadiz, parroquial, propio de una sociedad rural que nada tiene que ver con la del siglo XXI. Hay que fusionar ayuntamientos para garantizar un modelo sostenible, que preste los servicios con mayor grado de calidad y mayor eficacia y eficiencia.
-La alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, lleva desde 1995 en el cargo. ¿Está de acuerdo con que los políticos se perpetúen en el cargo?, ¿beneficia o perjudica a la democracia?, ¿debería de existir una normativa de limitación del número de mandatos?
—En UPyD establecemos limitación de mandatos para nosotros mismos. Y defendemos que para los cargos institucionales ejecutivos esa limitación de mandatos se incorpore en la ley. Creo que es bueno para la democracia.
-¿Apoya que los alcaldes puedan ser a la vez diputados en Cortes?
—Creo que un alcalde debe dedicarse de forma exclusiva a su tarea municipal.
-Las encuestas hablan de que usted mantendrá el escaño en Madrid, ¿es conciente de que Cádiz pierde un escaño a favor de Madrid y que ese podría ser su escaño?
—No entiendo esa dialéctica. Los diputados en Cortes somos elegidos en cada una de las circunscripciones electorales, pero representamos a la soberanía nacional. En Cádiz se elegirán un número de diputados con los votos de los ciudadanos de esta provincia y yo espero que al menos uno de ellos sea de la candidatura de UPyD.
-Una de las banderas de UPyD es la reforma de la Ley Electoral. ¿Cuál es su propuesta y cuál es su objetivo?
—Pues el objetivo es garantizar que el voto de cada ciudadano valga lo mismo a la hora de elegir a sus representantes, al margen de la parte de España en la que viva o de la opción política a la que apoyen. Algo tan sencillo, tan básico, como eso. Por eso proponemos un sistema que garantice la proporcionalidad.
-Otra consigna de UPyD es la igualdad de todos los españoles vivan donde vivan. ¿Podría aclarar qué significa?
—Pues eso, que los derechos que la Constitución proclama como fundamentales estén garantizados para todos los españoles, la igualdad ante la ley, la no discriminación, la justicia, el acceso a un educación de calidad, a una sanidad de calidad... Que no dependa la garantía de esos derechos de la parte de España en la que vivas . Por eso creemos que algunas materias, como la Educación, deben ser competencia del Estado. Porque quien proclama el derecho ha de tener instrumentos para hacerlos efectivos.
-La irrupción en el mapa político de los llamados indignados ¿perjudica o beneficia a UPyD?
—Pues no tengo ni idea.
-¿Qué tipo de relación va a mantener UPyD con el PP si, como dicen las encuestas, gana las elecciones generales?
—Nosotros defenderemos nuestras propuestas, como hasta ahora. Cuando coincidamos con otras fuerzas políticas, lo diremos sin ningún problema; y cuando no coincidamos, pues también lo diremos. No nos importa quién propone iniciativas ni quién se suma o combate las nuestras; nos importan las ideas, no el apellido de quien las defiende o rechaza. Ese ha sido y será nuestro comportamiento.
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