Andalucía

La incertidumbre se adueña de la plantilla de Unicaja

La fusión con Caja España-Duero abriría un nuevo proceso de negociación laboral en una entidad con demasiada sobrecarga de trabajo

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  • Una sede de Unicaja -
La incertidumbre se abre paso en el seno de la plantilla de Unicaja, cuya solvencia a nivel financiero no parece que se esté viendo reflejada en su aspecto laboral, con denuncias sindicales de sobrecarga de trabajo y excesiva presión sobre la plantilla, que ahora vuelve a enfrentarse a una nueva negociación de un plan laboral si prospera, como así parece que será, el acuerdo de integración con Caja España-Duero, que debe materializarse formalmente antes del 30 de septiembre.

Las principales centrales sindicales con representación en Unicaja -CCOO, UGT y Secar- coinciden en destacar la incertidumbre que esta nueva fusión está creando en la plantilla de la entidad malagueña, que ya sufre una gran sobrecarga de trabajo, con una política muy cuestionada a la hora de hablar de reposición de jubilaciones y prejubilaciones, sustituciones y cobertura de bajas, además de una creciente presión a nivel comercial. Los sindicatos se encuentran a la expectativa ante la negociación “entre los grandes dinosaurios” y en espera de recibir información puntual de cómo les afectará la fusión.

Desde Comfia CCOO insisten en que su sindicato no emitirá un voto favorable a la fusión si no se preservan las garantías que se alcanzaron en el acuerdo laboral del pasado mes de mayo, que también defiende UGT. Además, esperan que si prospera la fusión, el apartado laboral debería contemplar el mayor nivel de homologación posible entre las diferentes plantillas, aunque desde Secar consideran que, aunque deben sentarse para negociar, lo lógico es que cada entidad “tienda a congelar lo que tiene cada una y que no haya una homogeneización, pero sin que se vea un agravio comparativo” en el seno de la futura entidad fusionada.

Tras un verano que los representantes de los trabajadores califican de “muy complicado”, los sindicatos observan cómo los movimientos de las direcciones de Unicaja y de Caja España-Duero pueden incidir en el acuerdo laboral de integración que, aunque no es obligatorio, esperan cerrar con la entidad fusionada.

Por el momento y según el sindicato Secar, las negociaciones en el seno de Caja España-Duero para segregar su negocio financiero y traspasarlo a un nuevo banco han concluido con un acuerdo laboral “literalmente igual que el nuestro”, en referencia al aprobado en mayo en Unicaja. Además, se ha solventado uno de los principales escollos que el presidente de la entidad malagueña, Braulio Medel, se negaba a aceptar de cara a una futura integración: que las subidas y beneficios sociales aún no aplicadas tras la fusión entre Caja España y Caja Duero se mantuvieran vivas y el coste lo asumiera Unicaja. “Se quedan con lo que tienen hasta el momento, ha sido un gran paso para la integración”, señalan desde Secar.

La negociación se centra ahora en los porcentajes de ambas cajas en la futura entidad. Así, mientras el protocolo de intenciones firmado en el mes de abril contemplaba una participación del 67% para Unicaja y un 33% para Caja España-Duero, las pruebas de solvencia y la ‘due diligence’ de las entidades ha terminado por beneficiar a la caja malagueña, por lo que Braulio Medel intenta alcanzar porcentajes que superan el 75% para Unicaja, incluso se ha llegado a superar en las negociaciones el 80% en función del peso actual de cada entidad.

Sea como fuere, la finalización de estas negociaciones, que el Banco de España ha apremiado a cerrar y formalizar antes del 30 de septiembre, llevará consigo un nuevo acuerdo laboral que inquieta a la plantilla de Unicaja ante la incertidumbre de otro proceso de prejubilaciones, cómo afectará a los servicios centrales o la incidencia de la homologación laboral. Aunque CCOO y UGT insisten en que buscarán la mayor homogeneidad laboral, desde Secar son algo más desconfiados. “Mejorar algo es difícil”, señalan desde este sindicato, que tiene claro que cada dirección intentará congelar las condiciones de sus trabajadores y que “cada uno se quede como está”, de forma que la homogeneización sea mínima y sólo afecte a aquello que pueda generar un agravio comparativo en el seno de la plantilla.

Sobrecarga laboral

Esta incertidumbre se une a las constantes denuncias que los sindicatos han estado haciendo públicas por las condiciones laborales de una plantilla que en un año y medio, según fuentes de CCOO, se ha visto mermada en unas 400 personas (entre prejubilaciones y bajas naturales) que no han sido repuestas. Así, especialmente desde CCOO y Secar, se ha denunciado la “sobrecarga laboral brutal” a la que se está sometiendo a la plantilla de Unicaja, especialmente en los meses de verano, sin que se hayan cubierto vacaciones o bajas por maternidad, con lo que se ha dado el caso de que directores de oficina tengan a su cargo dos sucursales, la propia y otra tutelada.

Además, desde Comfia-CCOO denuncian que el cierre de muchas de las oficinas no se ha realizado de forma consensuada, sino de manera unilateral, sin tener en cuenta los costes humanos asociados o los problemas de traslado que han provocado. “Antes, si había una baja prevista, estaba cubierta al momento, ahora depende, generalmente es que no”, cuentan desde el sindicato Secar.

La presión comercial también se ha visto incrementada, llegando en algunos casos a verdaderos abusos de autoridad, con prácticas ya desterradas en antiguos convenios, señalan.

Las cajas grandes no han provisionado todas sus pérdidas

El Banco de España ha permitido que las cajas de ahorro con mejores datos de solvencia, entre las que se encuentra Unicaja, no provisionen toda la pérdida esperada, extremo que el organismo supervisor sí ha exigido al resto de las cajas de ahorro que han requerido fondos públicos a través del FROB, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria.

Según han confirmado varias entidades bancarias, estas entidades no han provisionado la totalidad de la pérdida estimada por morosidad o adjudicatarios que consideran irrecuperable, por lo que el organismo supervisor ha sido más laxo con ellas que con las que sí han necesitado fondos públicos, que además de provisionar lo legal que se les ha exigido a todas, han tenido que sanearse aún más que las más solventes, cargando esas provisiones contra fondos propios para evitar que el sector dé pérdidas generalizadas.

La distinta vara de medir ha sido acogida con división de opiniones entre las entidades, ya que unas consideran que sus resultados son suficientes para hacer frente a las pérdidas aunque no las provisionen y otras no ven trato de favor. Las pequeñas piden el mismo trato para todas.


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