Y esto es ni más ni menos que lo que ha venido ocurriendo en el PSOE a nivel de las provincias de Cádiz, Almería y Córdoba.
En el caso de Cádiz ha sido tan sangrante que ha llegado, incluso a la dimisión del alcalde de Algeciras meses antes de las elecciones. Su sustitución por otro. El cese del Subdelegado del Gobierno andaluz en el Campo de Gibraltar y nombramiento posterior del alcalde dimitido para, posteriormente, dimitir este y nombrar un tercer subdelegado. Por medio, las elecciones y la debacle electoral en casi toda la provincia cuando el problema, en realidad, nada tenía que ver con estas personas sino que el fondo era la lucha interna por quitar a los últimos bastiones de Chaves como eran Pizarro y Cabañas.
El caso de Algeciras fue lo que se conoce como “daños colaterales“ de esta historia y es que como también dijo Churchill, “la política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo se muere una vez”. Y en la política no, en los cementerios de la política no son los adversarios, los rivales electorales, quienes sellan las tumbas, porque ese pasaporte lo expide siempre quienes te acompañan, los que llevan tus siglas, los que han crecido a tu lado, devorando conspiraciones por teléfono, socavando enemistades y confabulando rivalidades.
Y todo esto, toda esta guerra de guerrillas se agrava cuando las circunstancias de un partido político son las que el Partido Socialista tiene en estos momentos de elaboraciones de listas y con las encuestas en su contra cuando siempre ha sido el partido hegemónico en Andalucía.
Ahora, la elaboración de las listas de Cádiz con llegada de candidatos de fuera de la provincia puede provocar el agravamiento de estas crisis que se han empezado a producir ya en Córdoba donde Carmen Calvo se niega a ir en una lista que podría encabezar la Ministra Rosa Aguilar ex alcaldesa de Córdoba y rival política de Carmen Calvo en otros tiempos. La propia Carmen Calvo ha llegado a decir que siempre ha habido enemistad y diferencias, “como las ha tenido mi partido de siempre, aunque algunos no lo dicen o se han olvidado”.
Por tanto, el enemigo en casa, el adversario enfrente.
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