La crisis del E.Coli provocó un desprestigio en el pepino, lo que se derivó también en otros productos hortícolas de la tierra. Ejemplo de ello es que, en apenas unas semanas, el número de exportaciones al exterior y las ventas cayeron de manera estrepitosa, lo que obligó a algunos agricultores a malvender o, incluso en ocasiones, a regalar los productos a los que habían dedicado tanto esfuerzo y dinero.
Una situación parecida es la que se está viviendo ahora en el campo. Y es que muchos agricultores optan por no recoger las cosechas debido a que la mano de obra que se ven obligados a pagar es, normalmente, más cara de las ganancias que finalmente puedan obtener. Concretamente, son las patatas y las zanahorias las que están sufriendo estas consecuencias.
Así, algunos agricultores de la provincia de Cádiz han decidido no recoger sus cosechas y, en su defecto, las dejan para que otros vecinos se aprovechen de lo que ellos han sembrado. Así ocurre, por ejemplo, en un terreno camino de la barriada rural de La Ina donde, desde hace algunos días, se puede ver a vecinos recogiendo patatas. “Ayer nos dijeron que al hombre dueño de esto le costaba más dinero pagar para que recogieran las patatas que lo que iba a ganar luego, porque el kilo de patata se paga a un precio ridículo. Entonces, esta mañana hemos hablado con una persona que le está vigilando unos tomates, y nos dijo que de aquí podíamos coger todas las patatas que quisiéramos porque él no las iba a recoger”, explica una de estas personas que se acercó ayer hasta La Ina para recoger los tubérculos.
Así, se pudo constatar como cerca de 30 personas acudían a este terreno a surtirse de patatas, bien para consumo doméstico, bien para la venta. “Llevamos aquí una hora y media, y hemos cogido una caja y dos bolsas, con lo que ya tenemos de sobra. Yo me las quedaré para tomar en casa, porque se nota que son patatas buenas y de buena calidad, aunque otras personas se dedicarán a venderlas para ganar algún dinero”, señalan. Ganancias que, por otra parte, está perdiendo el dueño del terreno que fue quien tuvo que soportar los costes de plantación. En este sentido, algunos agricultores destacan que “únicamente en sembrar se invierten 6.000 euros por hectárea”, lo que supone que a mayor número de hectáreas, mayor inversión, tanto en la siembra como en la recogida.
A esto se une, además, que si los agricultores no recogen la cosecha, se puede ver afectada la tierra para la próxima siembra.
Con este ejemplo, se percibe la delicada situación por la que está atravesando el campo y sus agricultores en unos momentos en los que las organizaciones agrarias continúan luchando por los derechos de los mismos. “Se le está pagando por debajo del precio de recolección a los agricultores y esto es una ruina, todo esto es consecuencia de la mal tratada crisis del E.Coli que, al final, la viven los agricultores en sus carnes”, manifestó el secretario general de Asaja, Cristóbal Cantos, y añadió que “tiene que haber un cambio”.
En relación al precio que están pagando en destino, Cantos informó de que “en la patata se puede multiplicar hasta cinco, seis o incluso diez veces, mientras que en el caso de la zanahoria, puede llegar a multiplicarse por 20”.
Es por ello por lo que la próxima semana, y según anunció el secretario general de Asaja, se tiene previsto organizar “una reunión al máximo nivel entre todos los agricultores y fundamentalmente con las empresas que han apostado por la provincia y que ahora están en la ruina”. En este sentido, Cristóbal Cantos recalcó que se corre el peligro de que empresas que han invertido por la provincia desaparezcan.
Igualmente, instó a los políticos y a las Administraciones que cumplan las promesas que han hecho ya que “es un drama lo que se está viviendo en el campo y que los agricultores tengan que abandonar sus productos, después de haber invertido un dinero que ya no van a recuperar”, concluyó Cantos.