Los efectos del
cambio climático están poniendo en peligro una de las bebidas más populares del mundo:
la cerveza. Según han alertado los científicos, el sabor tradicional de esta bebida podría cambiar drásticamente en las próximas décadas debido a la escasez y pérdida de calidad de uno de sus ingredientes clave,
el lúpulo.
La producción de las principales variedades de lúpulo,
responsable del característico amargor de la cerveza, ha caído un 20% desde la década de 1970. Este descenso está vinculado directamente al aumento de las temperaturas globales y a la sequía prolongada, especialmente en regiones clave para su cultivo, como Alemania y la República Checa, que son consideradas las cunas de la cerveza europea.
Pero las previsiones a futuro son aún más preocupantes. Los expertos advierten que, si la situación no mejora, de aquí a 2050 los ácidos alfa del lúpulo —fundamentales para aportar el amargor y aroma a la cerveza— podrían reducirse hasta un 31%.
Esta disminución tendría un impacto directo en el sabor de las cervezas tradicionales.
En respuesta a este escenario, muchas cerveceras ya están buscando soluciones. Algunas han comenzado a experimentar con nuevas variedades de lúpulo que se adaptan mejor a las condiciones actuales del clima, mientras que otras están apostando por técnicas de cultivo más sostenibles para mitigar los efectos del calentamiento global.
Esta transformación podría dar lugar a
nuevas cervezas y sabores, pero también supone un reto para preservar las recetas clásicas que han acompañado a los amantes de la cerveza durante generaciones.