Los hospitales, lugares donde la vida y la muerte conviven en un delicado equilibrio, son a menudo escenarios de historias que parecen escapar a toda lógica. Entre sus pasillos se narran episodios que desatan más preguntas que respuestas, experiencias que los testigos no logran olvidar y que se comparten en voz baja, como secretos velados por el tiempo. A continuación, dos historias que dejaron huella en quienes las vivieron, contadas por una enfermera –cuya identidad mantengo en el anonimato-, una apasionada por los misterios y lo sobrenatural.
La habitación en pediatría: un niño, una presencia y un vínculo inexplicable
En el Hospital Comarcal de Jaén el área actual de pediatría fue en el pasado una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Según el relato, hace años, un niño falleció en esa planta, marcando la historia del lugar. Posteriormente, la UCI fue trasladada a otra zona, y el espacio se transformó en un área dedicada al cuidado infantil.
Todo parecía seguir con normalidad hasta que un día, un niño fue ingresado en una de las habitaciones. Durante la noche, el pequeño, visiblemente alterado, insistió en que había otro niño debajo de su cama. "Mira, mamá, está ahí, no me deja dormir", repetía una y otra vez. La madre, aunque preocupada, intentó calmarlo asegurándole que no había nadie más en la habitación.
A la mañana siguiente, la abuela del niño acudió al hospital para visitarlo. Durante la conversación con su hija, mencionó algo que congeló la sangre de quienes escucharon: "En esta misma habitación murió mi hijo cuando esto era la UCI". La madre del pequeño quedó impactada al relacionar las palabras de su hijo con el dato que hasta entonces desconocía.
La historia fue narrada por la enfermera quien asegura que el suceso fue real y que lo compartió con el propósito de dar a conocer una experiencia que marcó a todos los involucrados. Aunque María prefiere no ser el centro de atención, su testimonio le da un toque de veracidad a esta inquietante anécdota.
El llanto detrás del biombo: una historia desde Ceuta
La segunda historia tiene lugar en un hospital de Ceuta, durante los años en que el SIDA se encontraba en su apogeo. En aquel entonces, una joven estudiante de medicina vivió un episodio que aún recuerda con claridad.
Según su relato, un paciente joven falleció a causa del SIDA en una de las habitaciones del hospital. Movida por la curiosidad, la estudiante entró al cuarto una vez que quedó vacío. Las camas, separadas por biombos, creaban un ambiente frío y silencioso. Mientras el personal sanitario retiraba las pertenencias del fallecido, un sonido rompió la calma: era un llanto.
"Lo escuché claramente", contó la protagonista. "Era el llanto de alguien detrás del biombo. Pensé que quizá había un familiar o alguien más en la habitación, así que aparté el biombo". Sin embargo, al otro lado no había nadie. Solo la pared.
La experiencia dejó a la joven estudiante con una mezcla de temor y asombro. "No había explicación para lo que pasó. Intenté buscarle sentido, pero allí no había nadie más. El sonido parecía surgir de la nada", agregó.
Más que relatos: la pasión por lo desconocido
"Estos relatos me fascinan porque siempre nos recuerdan que hay cosas que no podemos explicar", comenta. "No se trata de convencer a nadie, sino de compartir historias que nos hacen reflexionar sobre lo que no conocemos".
Aunque estas experiencias parecen pertenecer a un mundo inexplicable, los testimonios de quienes las vivieron ofrecen una perspectiva humana, cargada de emociones y desconcierto. Así, los hospitales no solo son testigos de la vida y la muerte, sino también de lo misterioso e incomprensible que a veces habita entre nosotros.
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