El riesgo de sufrir depresión aumenta hasta tres veces si algún familiar de primer grado la ha padecido, de hecho, dentro de que este trastorno comprende un concepto muy amplio de variantes, hay un abanico de hasta el 50 % en el que los factores genéticos pueden influir más que los ambientales.
Lo subrayan a EFE expertos del Centro de Investigación en Red de Salud Mental (CIBERSAM) y del Hospital Clínic de Barcelona, con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se conmemora cada 13 de enero.
La depresión es un trastorno mental común que, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), implica un estado de ánimo deprimido o la pérdida del placer o el interés por actividades durante largos períodos de tiempo.
Según la Encuesta Europea de Salud, con datos de 2020, las estimaciones indican que un 5,4 % de la población española cuenta con algún tipo de cuadro depresivo.
El peso de la genética
La profesora titular de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona e investigadora del CIBERSAM, Bárbara Arias, subraya que el peso de la genética en la depresión "quizás no es tan potente como en otros trastornos mentales" como el bipolar o la esquizofrenia, pero sí lo hay.
"Los estudios de familia lo que nos dicen, si miramos las familias, que es lo primero que tenemos que ver si hablamos de predisposición genética, es que si tienes un familiar de primer grado afectado, tu riesgo de tener una depresión se incrementa 3 veces más", subraya la investigadora.
El jefe del servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic, Eduard Vieta, incide en que en muchas ocasiones la sociedad puede pensar que la depresión está asociada solo a los factores ambientales, cuando no siempre es así.
"La visión más popular e incluso a veces se insiste desde ciertos foros en los factores que todo el mundo entiende mejor, que son los sociales, pero en la depresión dentro de que hay diversas formas de este trastorno, porque es un concepto amplio, hay un abanico de entre el 30 % y el 50 % de factores genéticos", abunda Vieta.
Es decir, según el tipo de depresión, el peso genético es mayor o menor, e "incluso en algunas depresiones este factor está por encima de los ambientales".
En este sentido, el experto destaca que entre la genética y el ambiente, entendiendo éste como el factor social, unido a los factores psicológicos de la persona y a la epigenética pueden "activar o desactivar" los genes.
La investigación
El psiquiatra explica que el último estudio sobre genes y depresión, publicado en 2022 en la revista Nature Genetics, con casi un millón de sujetos, identificaba unos 350 genes.
"Hay un montón de genes que cada uno confiere un riesgo relativamente pequeño, pero si sumas muchos, eso es como comprar lotería: al que tiene más números es más fácil que le toque. Luego a veces le toca a uno, que solo compró un décimo", explica.
En este sentido, abunda en que algunos de los genes identificados se desconoce la conexión que tienen con la depresión, pero de otros sí se sabe. Como ejemplo, cita aquellos implicados en la regulación de la producción de efectos neurotransmisores cerebrales.
"Son genes que nos dan pistas de cosas, algunas que ya sabemos, otras que no. Abren puertas para investigar", agrega Vieta.
La investigadora del CIBERSAM, por su parte, añade que en los trastornos mentales no hay ningún biomarcador concreto.
"Todavía no hay genes descritos que podamos decir que si tienes esa variante en este gen vas a tener depresión mayor, pero se está trabajando en ello muchísimo y hay estudios cada vez más potentes", sostiene Arias.
Y el hecho de que sea un trastorno muy heterogéneo complica, en palabras de la investigadora, "un poco más las cosas, porque, al igual que apuntaba Vieta, el impacto ambiental, como por ejemplo, el maltrato durante la infancia, "juegan un papel muy relevante".
Por eso, incide la investigadora del CIBERSAM en que en la mayor parte de los episodios depresivos suele haber un "disparador ambiental" previo, no solo el maltrato, también la pérdida del trabajo, el acoso escolar, la humillación, un divorcio...en definitiva, "factores ambientales que interaccionan con nuestro background genético, con nuestra base genética".
"Si tienes una predisposición genética, ese impacto va a tener un efecto más importante y va a incrementar ese riesgo para sufrir una depresión", sostiene Arias.
La prevención
No obstante, el jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Clínic insiste en la importancia de entender que la genética "no es determinista" y para nada es inmodificable.
"Lo que nos ocurre en la vida y los hábitos que tengamos de salud, el estilo de vida, si consumimos algunas drogas, todo eso va a determinar. E influye mucho también lo que nos ocurre a lo largo de la vida, es decir, si una persona al final tiene muchas desgracias, por muy resiliente que sea, puede acabar con depresión", sostiene.
Así, Vieta recuerda que para tratar de prevenir este trastorno mental, el estilo de vida es muy importante, al igual que dormir bien y sobre esto apunta que si bien hay cierta variabilidad entre las personas, "dormir poco o dormir mucho es un mal hábito".
Y la calidad del sueño es necesaria, por ello, lo ideal es no consultar pantallas antes de irse a dormir, tampoco hacer ejercicio en esos momentos previos, y aprender a separar los factores estresantes de las horas de relajación que necesita el cerebro antes de descansar.
"En general, no solo para dormir, hay que separar lo que nos estresa de lo que es nuestra esfera de confort personal, de no poner por delante el trabajo y las obligaciones por encima de la familia, y sí tener un tiempo y un espacio para relajarse, meditar o hacer cosas que permitan desconectar de lo que nos preocupa", recalca.
A su juicio, todo esto y otros factores forman parte "de algo que quizá debería enseñarse más en las escuelas y en los ámbitos de la salud" porque, concluye el psiquiatra, "la salud mental también hay que cultivarla y protegerla".
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