Jack Douglas* y Eddie Leonetti apenas tenían 14 años cuando decidieron subir a bordo de un barco mercante para hacer el trayecto entre Nueva York y Liverpool en diciembre de 1963. Les costó 112 dólares; mucho menos que un pasaje de avión, pero toda una pasta entonces, sobre todo para dos adolescentes que debieron dejarse parte de sus ahorros en el billete. Pese a que en su país triunfaba el rock and roll y Elvis era la gran estrella a la que todos los jóvenes querían parecerse, Jack y Eddie habían sucumbido al sonido de los Beatles y habían decidido viajar a Liverpool con su guitarra y su bajo para tocar en The Cavern.
A medida que el barco fue aproximándose a la costa británica, empezaron a sintonizar algunas de las radios piratas que emitían desde el mar y en las que podían escucharse las últimas novedades de la escena musical británica. Aquellas canciones, junto a los ruidos del río Mersey al llegar a Liverpool y los olores que desprendía el puerto, potenciaron aún más su estado de fascinación y el deseo de pisar tierra de una vez. Sin embargo, tras atracar, el personal de inmigración les reclamó unos visados de los que carecían y les obligaron a permanecer en el barco hasta que emprendiera el regreso cinco días después.
Lejos de asimilar su frustrante situación, en cuanto se hizo de noche lograron escapar y cogieron un autobús que les llevó al centro de la ciudad. Lo primero con que se toparon fue una tienda de discos ante la que hacían cola muchos jóvenes para acceder a las cabinas de escucha y poder pinchar el nuevo disco de los Beatles. Cuando empezó a sonar It won´t be long Jack tuvo claro que aquella música era revolucionaria, totalmente diferente a lo que había escuchado hasta entonces, lo que alimentaba aún más su sueño de tocar, así que se plantaron en las oficinas del Liverpool Echo y les contaron su situación.
Al día siguiente el periódico los sacó en portada, subidos en el barco con sus instrumentos. La historia tuvo tal impacto que el propio rotativo contrató a unas chicas para que se manifestaran con pancartas en el puerto reclamando que liberaran a esos críos yankees. La presión causó su efecto y les concedieron un visado de estudiantes por 60 días, aunque con la condición de que no podían tocar: ese mismo día se metieron en el Cavern, se unieron a un grupo y vivieron una de las noches más felices de sus vidas. Lo fue, al menos, hasta que la policía de inmigración, que les estaba esperando en el exterior, les obligó a embarcar de vuelta a casa en el primer barco que salió para Nueva York.
Ocho años después, Jack, que había conseguido un empleo en Record Plant, estaba solo en uno de los estudios cuando alguien llamó a su puerta. Era John Lennon. Le pidió poder sentarse un rato a descansar mientras él seguía adelante con su trabajo: revisar la edición de Imagine. Tras un largo rato en silencio, mitad nervios mitad timidez, se lanzó y le contó que en una ocasión había estado en Liverpool. Lennon se mostró sorprendido: “¿Por qué querrías ir a un sitio que no es nada turístico y del que toda la gente quiere salir para venir a Nueva York?”. Jack le contó que era músico y que quería conocer el lugar donde ocurría todo. Cuando además le relató lo sucedido después, John le devolvió una sonrisa socarrona y le dijo: “No me digas que tú eras uno de los yankees locos que salieron en los periódicos. Acabábamos de sacar nuevo disco y la portada era para vosotros”. A Jack, algo abochonrado, sólo se le ocurrió pedirle disculpas, pero el exBeatle le quitó importancia: “Qué va, nos reímos mucho”.
Desde aquel día se convirtió en el ingeniero de todos los discos de Lennon -le gustaba cómo trabajaba y que desde crío supiera captar la buena música-, pero lo que le sigue causando una emoción especial, 61 años después, es saber que tuvo una historia compartida con los mismos Beatles en las navidades de 1963. La misma emoción que siguen arrancándonos sus canciones, así pasen los años, como si se hubiesen encargado de terminar de inventar lo que quedase por inventar en la música. En realidad, fue más o menos así.
*A partir de una de las narraciones incluidas en el documental 'Beatles 64'
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