Casi desde un mes antes de Navidad las calles de las ciudades se adornan de luces, pascueros y otros motivos decorativos que trasladan un ambiente festivo para unas fechas que se celebran en familia, algo que no pueden hacer los presos. En la cárcel almeriense de El Acebuche tratan de que ese espíritu llegue de alguna forma a los internos.
Nada más acceder al centro penitenciario El Acebuche de Almería un árbol de Navidad recibe a funcionarios y familiares de los internos; el primero de los numerosos detalles que trabajadores y reos han colocado en los distintos departamentos y módulos para hacer más llevadero este mes especial a los presos.
“Las Navidades en una prisión son difíciles porque evocan recuerdos de otras celebraciones en libertad. Dentro de esas limitaciones y añoranzas que puede tener la población reclusa, se trata de que por lo menos llegue un poco el espíritu navideño también a la prisión”, explica a EFE el director de El Acebuche, Nahum Álvarez.
“Se organizan algunas actividades especiales, se preparan belenes; también se celebra la Misa del Gallo; hay menús especiales en estos días... Obviamente esto no puede sustituir lo que es la celebración en libertad, pero tratamos de que lo pasen lo mejor posible, siempre dentro de las limitaciones que hay en un régimen cerrado”, abunda.
Lo explica junto al belén de la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE), uno de los de mayor tamaño instalados en los módulos de El Acebuche con los medios que tienen a mano los presos.
“El 24, el 25 de diciembre y el 31 de diciembre y el 1 de enero se preparan algunos menús especiales, como pueden ser algunas sopas con langostinos. Se les dan dulce… Alimentos que habitualmente no se preparan con menús especiales para estos días”, incide el director.
En paralelo se desarrollan otras actividades, como el recital de villancicos que este lunes llevaron los internos del PAIEM (Programa de Atención Integral a Enfermos Mentales en centros penitenciarios) a los distintos departamentos de El Acebuche, o la jornada de convivencia con familiares del jueves en el módulo 1, el de mujeres.
Acompañada de chocolate y bizcocho, esta jornada es una oportunidad para que las internas pasen unas horas con sus seres queridos y que éstos conozcan la vida de un centro penitenciario.
Antonio Gómez Cantero, obispo de Almería, será el responsable también de oficiar una misa este domingo en esta cárcel de la capital almeriense.
Más visitas
Aunque no existe un refuerzo por sí mismo de las comunicaciones, ya que los presos cuentan con unas 25 llamadas a la semana, más las videollamadas, sí que son una forma de mantener vivos sus lazos familiares en estas semanas.
Álvarez también desvela que son fechas en las que además muchos optan por traspasar las rejas de El Acebuche para visitar a los suyos, por lo que “se les facilita esas comunicaciones”.
Y sumado a eso, no faltan los inevitables concursos de belenes, de tarjetas navideñas, los coros, los dulces elaborados en la panadería del centro… Todo para que la Navidad haga acto de presencia entre los muros del centro penitenciario.
Siete años lejos de casa
Uno de los módulos que más destaca por su rica decoración es el 1, el de mujeres, en el que desarrolla su día a día Isabel, una mujer de 57 años que los últimos siete años no ha podido disfrutar de una Navidad en casa.
“Las primeras no fueron tan malas como ésta, porque ya esperaba estar fuera. Ha surgido algo que me lo ha impedido y me siento muy mal”, confiesa a EFE esta interna, una de las que recientemente pudo hacer el Camino de Santiago con otros presos y trabajadores del centro.
Es una de las voluntarias que ha ayudado a montar el belén de su módulo, una de las actividades que le permiten sobrellevar una sensación que para ella es “inexplicable”, por lo difícil de describir a alguien que nunca ha estado privado de libertad.
Porque esa actividad que ayuda a sobrellevar la reclusión es la que ya ha permitido a Isabel tener estudios universitarios, aprender inglés o formarse como emprendedora; sin olvidar que ha participado en obras de teatro.
Aunque también agradece las socorridas llamadas y videollamadas, que ya se pusieron en marcha en plena pandemia. “Ese año fueron el único contacto que tuvimos con nuestras familias. Con mi hija y con mi nieta”, revela sin poder evitar las lágrimas ante la certeza de que ésta será una Navidad sin ellas.