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Tres centros en España ofrecen cuidados de por vida a grandes simios

Existen aproximadamente 190 ejemplares en diferentes centros de rescate y rehabilitación. Preparan una ley pionera para protegerlos

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Centro de Rescate de Primates Rainfer/ Fundación Chimpatía.

Centro de Rescate de Primates Rainfer/ Fundación Chimpatía.

Centro de Rescate de Primates Rainfer/ Fundación Chimpatía.

Centro de Rescate de Primates Rainfer/ Fundación Chimpatía.

Es hora de desayunar y los chimpancés empiezan a golpear las puertas para salir y recibir sus raciones de fruta, batidos o infusiones que se les distribuye a primera hora de la mañana en el Centro de rescate y rehabilitación de primates Rainfer, que esta jornada ha retrasado un poco el desayuno por una visita de prensa.  

De los habitáculos donde pasan la noche, salen uno a uno varios ejemplares de chimpancé hacia un gran espacio verde rodeado de vallas metálicas, desde donde es posible observarlos, en un día soleado después de varias jornadas muy lluviosas en la localidad madrileña de Fuente el Saz del Jarama, donde se encuentra este centro.

Guille, el más curioso de los chimpancés, se acerca inmediatamente a la valla tras detectar la voz de Marta Bustelo, la directora del Rainfer, quien con una voz muy cálida le saluda y le pregunta si ha tomado su desayuno. Sin embargo, el chimpancé al detectar la presencia de otras personas no habituales se yergue en dos patas (usualmente van a cuatro) en plan desafiante, para "demostrar su fortaleza, como lo harían los machos en libertad".

Guille llegó al centro, según Bustelo, después de sufrir maltrato y vivir en una jaula aislado, tiene una deformación en la columna y perdió un ojo por infecciones que no remitían y que finalmente obligaron a extirpárselo.

La directora de Rainfer explica que los chimpancés son animales muy sociables, y les gusta mucho la interacción con sus próximos, sin embargo, Guille, a pesar de llevar en el centro quince años, "aún presenta problemas de adaptación".

Muchos de estos animales estuvieron sometidos a "maltrato físico y psicológico", con trabajos forzados, como se hacía en algunos circos o zoos, hasta que se prohibieron con la Ley de Bienestar Animal de 2023.

Al poco se acerca a la valla Manuela, una hembra de 22 años, quiere llamar la atención. Llegó bastante joven al centro, dice Bustelo, y "aprendió algunos signos para sordomudos", por lo que se comunica y demanda unas nueces que sabe que lleva la directora. Es más alta y va más erguida porque desde joven "recibió mejor alimentación, educación y condiciones adecuadas de vida" que sus congéneres del centro.

La directora de Rainfer explica que los chimpancés son capaces de aprender "unas 600 palabras que luego transmiten", según varios experimentos realizados en laboratorios, y Manuela se quedó con "comer y pintar que le encantan".

Por detrás aparece Lu, "a la que se identifica fácilmente", porque tiene dificultad para moverse debido a deformaciones en sus extremidades. Según Marta Bustelo, fue incautada en Guadalajara y trasladada a un zoológico de Jerez, desde donde se la trasladó a Rainfer.

Estos animales reciben cada día dos comidas principales y una a mediodía de enriquecimiento, que los encargados de su cuidado distribuyen en la zona verde para fomentar "la búsqueda de forrajeo y de alimentos" y para que salgan de sus habitáculos, porque muchos, "después de haber sufrido maltrato", tardan mucho tiempo en socializar.

Es el caso de Tarzán y Loti, "el más grave, tardaron nueve años en salir a las zonas abiertas", pero "como somos cabezotas", asegura Bustelo, finalmente lograron que salieran.

Son animales que se rescatan de incautaciones al comercio ilegal de especies gracias a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), y que pasan a ser propiedad del Estado que se encarga de su cuidado y bienestar.

El Estado los cede a los tres centros especializados en el cuidado de este tipo de animales en España, las fundaciones Rainfer (Madrid), Mona (Girona) y AAP Primadomus (Alicante).

De ahí, "el interés del Gobierno" en elaborar una Ley de Grandes Simios que está en estudio, explica Bustelo, porque en España "hay unos 190 ejemplares" de estos grandes animales.

La Ley de Bienestar Animal, aprobada en 2023 reconoció a los animales como "seres sintientes", y la nueva Ley de Grandes Simios, pretende darles "un estatus de bienestar y protección acorde a su naturaleza, establecer unos derechos específicos acordes con su grado evolutivo y cumplir con los tratados internacionales que les afectan", según han explicado a EFE fuentes del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030.

La Ley está en estudio para su elaboración, tras recibir 317 aportaciones en el periodo de consulta pública previa (CPP) que se cerró el pasado 31 de julio pasado.

La Ley ha suscitado "un alto nivel de interés a nivel internacional", porque, de salir adelante, "sería pionera a nivel mundial", han subrayado las fuentes del Ministerio, que han añadido que la norma tiene además como objetivo contribuir "de forma decisiva a erradicar el tráfico ilegal de estas especies en, desde y hacia el territorio nacional".

La mayoría de chimpancés que salen de sus hábitats naturales no podrán volver a ellos, porque su readaptación al medio sería muy difícil y tendría unos costes muy altos.
Para Marta Bustelo, la Ley es "un avance positivo, pero con objetivos muy generales", por lo que, ha señalado, que desde Rainfer han realizado varias aportaciones durante el periodo de consulta previa.

En su opinión, la Ley pretende que a la larga se acabe con la "tenencia en cautividad de estos grandes simios". No obstante, ha explicado, que no recoge la prohibición de la experimentación con pequeños primates, lo que permitirá que se sigan criando estos animales con esos fines, "como sucede con la granja en Camarles (Tarragona)". En los centros de rescate se busca devolver los derechos de bienestar a estos animales que sufren "algunos de los mismos traumas y fobias que desarrollan los humanos", como la agorafobia o el miedo, tras "haber sido explotados".  

La destrucción de sus hábitats naturales y la deforestación, sobre todo para cultivos como la palma, la minería, la caza furtiva, el tráfico de especies o la sobreexplotación de las mismas son algunas de las amenazas que afrontan los grandes simios, cuyas poblaciones sigue en descenso y algunas se encuentran amenazadas y otras en peligro crítico de desaparición.
La responsable del Programa de Especies de WWF, Laura Moreno, ha explicado a EFE que en muchas ocasiones se captura a la madre para el tráfico y se abandona a las crías que se ven incapaces de sobrevivir solas.

Según el informe 'Planeta Vivo 2024. Un sistema en peligro' de WWF, en los últimos cincuenta años (1970-2020), "el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre analizadas se ha reducido en un 73 %"; el gorila de montaña es el único en el mundo que "no está en declive pronunciado, lo que pone de manifiesto la "necesidad urgente" de adoptar medidas para la conservación de los gorilas y otros grandes simios.

El "mascotismo", es decir la captura de ejemplares para trasladarlas fuera de sus hábitats y venderlas como mascotas es uno de los riesgos para estas especies, un método que se ha convertido en una de las "principales causas de introducción de especies invasoras, como sucedió con los mapaches", que tras su abandono se han convertido en un problema para especies nativas.

Además, según WWF es un comercio que mueve entre 10.000 y 20.000 millones de euros al año.

En su opinión, la nueva Ley de Grandes Simios "es positiva", porque ayudará a luchar contra el comercio ilegal, y ha recordado que quedan "menos de 1.000 gorilas en libertad"; mientras de los 230.000 orangutanes que existían hace un siglo, su población está "muy reducida", y actualmente hay 105.000 en Borneo y solo 14.000 en Sumatra, y en "peligro crítico".

Ha recordado que los orangutanes son animales "bonachones", y "por cada uno que llega, de tres a cinco han muerto".

Por su parte, Cristina Valsera, co-responsable del Departamento de Rescate y Rehabilitación de la Fundación Mona, ha explicado a EFE que se han unido junto a la Fundación Rainfer, y la Fundación AAP Primadomus Centro de rescate y protección de animales exóticos, para ir "en consonancia" en los puntos que creen que son importantes y que debe recoger la nueva ley.

Valsera ha explicado que, en un trabajo conjunto de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra y la colaboración de todos los centros de rescate de Europa, se ha elaborado "un mapa genético de los chimpancés para comparar el ADN de los ejemplares salvajes con el ADN de los que viven en cautividad".

Este "mapa genético con una precisión a cien kilómetros a la redonda" permitirá conocer de qué bosque es originario un animal incautado en cualquier lugar y "dónde se encuentran los traficantes de estos animales", una labor que se facilitará gracias al desarrollo de una app tecnológica por parte de los investigadores de la Pompeu Fabra.

Con esa herramienta, "los centros africanos podrán identificar los lugares donde se cazan de forma cautiva a los chimpancés y luchar contra el tráfico de esta especie".

Las expertas coinciden en que "es impensable" devolver los animales decomisados, sean ejemplares jóvenes o mayores, a su hábitat natural, porque, aparte de "ser costosísimo", habría que contar con una zona protegida, con ciertas condiciones y vigilancia para su suelta, algo que "sería inviable".

Según Valsera, los tres centros se han ofrecido al Gobierno como asesores de grandes simios, por su experiencia sobre el bienestar de estos animales. 

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