La Academia Casa Puerta Veinte ha preparado, en el marco de Algeciras Fantástika, una exposición llena de simbología, tenebrismo y sobre todo muchos huesos. Con alrededor de quince cuadros de varios de los artistas de la escuela, esta muestra trata de llevarnos junto a la muerte, aunque por suerte sin acercarnos demasiado al filo de su guadaña. Lo que en un principio iba a llamarse "Esqueletomaquia" acabó derivando en el título actual, uno que refleja de forma más directa ese destino inevitable al que nos encaminamos todos los seres humanos.
A lo largo de la exposición nos encontramos con toda clase de esqueletos: algunos fuman, otros tratan de hacerse fotos e incluso los hay que danzan bajo el macabro vals de la Parca. Si hay algo que todos tienen en común es, precisamente, esa familiaridad. Habrá a quienes pueda llegar a ponerle los pelos de punta ese concepto, y es que ¿cómo iba un esqueleto, esa siniestra figura cuyos huesos chasquean al andar, a realizar unas acciones tan humanas? La respuesta, quizá, esté dentro de nosotros, oculta bajo varias capas de piel, músculo y otros tejidos menos agradables. "Al final todos somos iguales tras la muerte" explicaba Alberto Ibáñez, uno de los artistas "no importa quién seas, cuando llegue el momento tan solo quedarán los huesos".
Es precisamente este pensamiento, esta idea, la que Memento Mori trata de transmitir. Es esa brevedad lo que nos hace humanos, esa fugaz existencia entre la nada y la muerte en la que tan solo tenemos un ticket de ida. Puede que a algunos les parezca un tanto deprimente, algo dicho por Dostoyevski o Nietzsche para atraer adeptos al nihilismo, pero todo es cuestión de perspectiva. En ocasiones, quizá, sea mejor hacer como esos esqueletos y bailar un rato, fumarse un cigarro o abrazar a alguien a quien quieras; cada momento cuenta, después de todo uno nunca debe olvidar que morirá.
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