La cruda realidad del desastre de la DANA: Valencia, rota y sola

Publicado: 02/11/2024
“Només el poble salva el poble”. Al otro lado del río, Valencia está solamente apoyada por sus vecinos y solidaridad
“Leche. Leche es lo que más falta nos hacía ahora…”, se repite a sí mismo un hombre al que le entregamos un par de bricks. “¿Puedes darme la leche para mis hijos pequeños?”, nos pregunta un hombre en la avenida principal de Benetússer, convertida en una zona de guerra. 

Después de una coordinación rápida a través de WhatsApp, cruzamos la pasarela que separa la ciudad de Valencia de la zona devastada por el temporal de este martes. Lo hacemos cargados de litros y litros de agua, de comida y de productos de higiene personal junto con miles y miles de personas motivados por una sola cosa: la solidaridad. 

Pero una vez cruzas, el asfalto se transforma en fango, las carreteras son vertederos de coches amontonados y las cafeterías, restaurantes y todo tipo de locales solo escupen el barro y el agua que saca la gente. El corazón, roto.

El silencio de la población se mezcla con un olor difícil de describir. Al otro lado del río, Valencia es una zona catastrófica. 

La hilera de gente camina sobre el barro hasta encontrar puntos donde dejar la comida, el agua y los productos de higiene. Algunos la piden directamente, otros cruzan la mirada en una mezcla de tristeza y vergüenza que rompe el alma. Y allí, nadie aparece para organizar. Apenas dos policías locales-nacionales para ubicar los puntos de entrega. Y nada más. 

Con las manos vacías, buscamos puntos donde ayudar. “Os vamos a reventar a currar”, nos dicen los bomberos. A cada paso que damos encontramos algo para hacer: sacar agua de las casas, montar cadenas humanas para sacar escombros, limpiar las acercas de fango…

A nuestro lado, vecinos de Benetússer utilizan sus vehículos 4x4 para, con la ayuda de los bomberos, sacar los coches que estaban destrozados y situados en lo que hace unos días era un parque lleno de niños. En ese momento, la sensación de abandono es tremenda. 

“Només el poble salva el poble”. Esa frase sobrevolaba Benetússer, que veía cómo a las 14h empezaban a llegar los militares desplazados a su localidad. Tarde, una vez más. 

Tristeza, frustración, rabia, soledad, lágrimas, dolor… Una mezcla de sentimientos que acaba con una misma sensación, la de abandono. 

Al otro lado del río, Valencia está solamente apoyada por sus vecinos y vecinas, harta de sus políticos y de la lenta capacidad de trabajo del gobierno liderado por Mazón, quien dio la alerta por el temporal a las 20h del martes mientras muchas personas ya habían sido arrollados por el agua. 

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