La guerra civil libanesa (1975-1990) devastó y dividió el Líbano causando más de 100.000 muertos, un fantasma que este país crisol de religiones y culturas vuelve a revivir tras semanas de operaciones militares de Israel.
Fracturas sectarias e intervenciones extranjeras -de Israel y Siria- marcaron ese episodio sangriento de la historia libanesa y que, ahora, los libaneses sienten que pueden volver a abrirse de golpe.
Fue la llegada de cientos de miles de refugiados palestinos al Líbano, expulsados de sus tierras por Israel, acompañados por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), lo que sentó las bases de la catástrofe, al poner en riesgo los equilibrios políticos locales y la supremacía de los cristianos maronitas.
La chispa se prendió en 1975, con el ataque de los falangistas cristianos, aliados con Israel, contra un autobús con refugiados palestinos, una violencia que rápidamente se extendió por todo el país.
Hoy en día, los ataques israelíes a poblaciones de mayoría cristiana en el marco de su campaña de bombardeos iniciada el pasado 23 de septiembre y su invasión terrestre en el sur del país, que ha forzado el desplazamiento de 1,2 millones de personas, han hecho reavivar el miedo a que algo similar se repita.
Los supuestos objetivos en esas localidades cristianas, que han dejado decenas de muertos civiles, son desplazados que vienen fundamentalmente de zonas del sur del país de mayoría chií.
Quién era quién
Diferentes apoyos y alianzas se formaron durante la compleja y larga guerra civil libanesa.
Por un lado, se encontraba el fundamentalismo cristiano de derechas, formado por el conjunto de fuerzas que se denominó Frente Libanés. Ahí estaban los falangistas maronitas y el Ejército del Sur del Líbano, con apoyo de Israel y Siria.
Al otro lado estaba un movimiento musulmán panárabe de izquierda, respaldado por Irán, y con un núcleo que era el Movimiento Nacional Libanés, dirigido por el líder druso Kamal Jumblatt hasta que fue asesinado en 1977. Además, este grupo apoyaba a la OLP.
Las facciones lucharon entre ellas y el Líbano quedó dividido, con los cristianos en el poder en el norte y los musulmanes en el sur, hasta que Siria e Israel iniciaron sus respectivas ocupaciones del Líbano.
Larga y compleja
Dada la complejidad de esta guerra, los historiadores han dividido los quince años de conflicto en al menos cinco periodos.
De 1975, cuando la chispa se inició con los ataques de los falangistas, que duró hasta 1976.
Luego, las invasiones siria e israelí, en 1976 y 1982. Posteriormente, las consecuencias inmediatas de la ocupación, de 1982 a 1984.
En el año de la invasión israelí, se produjo una de las peores masacres de la historia reciente, la de los campamentos palestinos de Sabra y Chatila, en Beirut.
En coordinación con el Ejército israelí, la milicia falangista asesinó a más de mil refugiados palestinos y civiles libaneses en dos días.
En la segunda parte de los 80, nuevamente las guerras internas entre las facciones; y, por último, entre 1988 y 1990, con las guerras intracristianas. Luego, llegó el Acuerdo de Taif, que puso fin a la guerra civil.
La división durante todo ese periodo quedó representada en una frontera de facto en Beirut, llamada la Línea Verde, que separaba a musulmanes y cristianos.
Y Hizbulá apareció
El grupo chií libanés Hizbulá, el objetivo actual de Israel, no nace hasta después de la invasión israelí en 1982 como un grupo de resistencia antiocupación.
Eran jóvenes descontentos y procedentes de zonas marginales con una importante población chíí, como el valle de la Bekaa (este) y los suburbios meridionales de Beirut, que pronto se convirtieron una potencia militar -respaldada por Irán- en el país.
Su fuerza forzó a Israel a retirarse al río Litani en 1985, después de que su ejército hubiera llegado incluso al oeste de Beirut, donde la OLP tenía su sede.
A Hizbulá también se le ha acusado de atentados en el Líbano, uno de los más destacados fue en 1983 contra la embajada de EE.UU. en Beirut, en el que un terrorista suicida mató a 63 personas.
¿Un escenario similar en 2024?
Con la situación actual, los analistas y la población libanesa se preguntan si Israel está intentando provocar un escenario similar al de 1975, dividiendo al país en líneas religiosas.
En la actualidad, hay un llamamiento, sobre todo de la generación más joven, para unirse como pueblo libanés y dejar a un lado la fe que profesan.
Igualmente las tensiones sectarias continúan, aunque los cristianos, que sacaron sus banderas nada más empezar la oleada de desplazados para marcar sus barrios, han perdido la fuerza que tenían hace 50 años.
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