En el décimo aniversario de la Revolución de los Paraguas, los hongkoneses en el exilio reflexionan sobre el legado de aquellas protestas y empatizan con los desafíos a los que se enfrentan los ciudadanos de la metrópoli, en medio de un clima de “represión” contra la protesta social.
Este movimiento surgió en Hong Kong el 28 de septiembre de 2014 ante la insatisfacción por la falta de democracia en la región. Liderados por jóvenes activistas, miles de manifestantes salieron a las calles para exigir la implementación de un sufragio universal contemplado bajo la Ley Básica, tras el regreso de la ciudad a manos de China en 1997.
La campaña de desobediencia fue desencadenada por la propuesta de Pekín de un sistema electoral que limitaba las candidaturas a un comité de 1.200 personas, lo que fue percibido como una burla al verdadero espíritu del sufragio. Las revueltas culminaron en una acampada masiva, donde los paraguas se convirtieron en símbolo de resistencia ante la represión policial.
EFE ha tratado, sin éxito, de ponerse en contacto con legisladores hongkoneses para conocer su postura respecto al décimo aniversario de estas manifestaciones.
Recuerdos de las protestas
El artista hongkonés exiliado en Taiwán Kacey Wong compartió con EFE sus reflexiones acerca del impacto de un movimiento que, en sus palabras, dejó una profunda huella en la sociedad y transformó las manifestaciones en un escenario utópico.
"Todos los que participaron se comportaron como ciudadanos ejemplares. Los estudiantes limpiaban las calles, los profesores ofrecían clases gratuitas y todos se ayudaban mutuamente", destacó.
En opinión del creador, esa actitud solidaria no desapareció en las revueltas de 2019, en las que los disidentes organizaban la compra de suministros y pasaban material de protesta, como los icónicos paraguas, a la primera línea.
"No olvidemos que el legado es ese espíritu de ayuda mutua, en contraste con el egoísmo y el enfoque materialista que a veces caracteriza a Hong Kong", constató.
Wong describió su mudanza a Taiwán como una revolución en su enfoque sobre el activismo. "Escapar de la gran prisión de Hong Kong alteró por completo mi perspectiva", afirmó, y señaló que la isla, que padeció una dictadura durante cuatro décadas, “ha forjado su estatus democrático a base de lucha”.
“Hay mucho que aprender de su tenaz resistencia por la independencia y las reformas políticas”, aseveró el artista.
Desde el destierro, su obra se ha centrado en cuestiones políticas e históricas: un cartel de neón que reza “Hoy Hong Kong, mañana Taiwán”, un sistema de lanzamiento de misiles con forma de dragón o una escultura en forma de caja de munición son algunas de sus creaciones más destacadas.
“Es mejor ofender que defender”, recalcó Wong, quien también dejó un mensaje para los jóvenes que siguen luchando por la democracia en Hong Kong: “Mantengan la llama en el corazón y no permitan que se apague”.
Actualmente, las autoridades de la excolonia británica buscan a catorce antiguos abogados y activistas que residen en países como Canadá, Australia, Reino Unido y Estados Unidos, a los que la Policía investiga por casos de “confabulación con fuerzas extranjeras” o de “incitación a la secesión y a la subversión”.
De hecho, la Policía ofrece un millón de dólares hongkoneses (unos 128.000 dólares estadounidenses) a quienes proporcionen información que conduzca al arresto de los sospechosos de violar la Ley de Seguridad Nacional que Pekín impuso en la metrópoli en 2020.
Los desafíos del exilio taiwanés
Al igual que decenas de activistas hongkoneses, Wong decidió exiliarse en Taiwán, uno de los territorios que más disidentes acogió tras el inicio de las protestas de 2019: el Gobierno isleño abrió a mediados de 2020 una oficina para asistir a los ciudadanos de la metrópoli que quisieran estudiar, invertir, trabajar o establecerse en Taiwán.
La oficina también pretendía ayudar a los hongkoneses cuya seguridad y libertad estuvieran en riesgo por razones políticas, siguiendo el compromiso asumido por la entonces presidenta, Tsai Ing-wen, quien criticó la represión de los manifestantes y declaró que el pueblo de Hong Kong tenía derecho a “buscar su propia democracia y libertad”.
Según cifras de la Agencia de Inmigración taiwanesa, más de 54.000 hongkoneses solicitaron permisos de residencia en Taiwán entre 2019 y 2024, evidenciando el interés de muchos ciudadanos de la excolonia británica por asentarse en una isla con la que comparte múltiples rasgos sociales y culturales.
Sin embargo, la ayuda taiwanesa se ha topado con límites burocráticos y legales, en parte debido a las propias tensiones entre Taipéi y Pekín, cuyo Gobierno considera al territorio autogobernado como una “provincia rebelde”.
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