La actriz Nawja Nimri se asomará desde este viernes a la gran pantalla como protagonista de 'La virgen roja', un trabajo de la directora, guionista y productora Paula Ortiz aplaudido hace unos días en el Festival de San Sebastián y que rescata una historia controvertida, que no deja indiferente.
Es la de Aurora Rodríguez Carballeira, que no se entiende sin la de su hija, Hildegart, a la que quiso erigir en "mujer del futuro" como la gran abanderada de la eugenesia en España.
Nació en 1879 en un Ferrol de finales del XIX inmerso en una de las etapas de mayor esplendor como base de la Marina y de los astilleros más prósperos, ámbitos productivos responsables de una urbe cosmopolita a la que llegaban profesionales de otros lugares del país y del extranjero.
Su casa está ubicada en plena calle Magdalena, una de las grandes arterias del casco histórico ferrolano, y guarda en silencio la memoria de Rodríguez Carballeira, con una panadería, en su planta baja, que registra colas intermitentes desde que sube la persiana a las nueve de la mañana.
Basta con ascender por la empinada Méndez Núñez, conocida como 'Rómpete el alma', para llegar a la plaza de Amboage, centro de miradas de aquel Ferrol de clases, en el que la aledaña calle Real es la milla de oro; si en lugar de subir se opta por bajar, la mirada se posa en las grúas del astillero, ahora Navantia, y en la tapia que rodea el Arsenal Militar.
Hija de un procurador de los tribunales de Marina, que después ejerció en los juzgados de la ciudad, creció en una de tantas familias acomodadas y fue la segunda de cinco vástagos, como recuerda la maestra y escritora Rosa Cal, una de las mayores estudiosas de la madre de la 'virgen roja'.
La gran biblioteca de su progenitor fue el germen de sus primeras inquietudes, surgidas con el oído en las conversaciones de miembros de la burguesía que visitaban la vivienda familiar.
El amor por la música no era nuevo entre aquellas paredes y lo heredó una de sus hermanas, Josefina, profesora de piano y madre de otra figura local, Pepito Arriola, considerado como niño prodigio por sus dotes para el piano o el violín.
En un Ferrol sacudido por las secuelas de la pérdida de Cuba y los primeros estímulos de lucha obrera, las nuevas ideas en torno al pensamiento se fundieron con una cultura de vanguardia que inspiró a Aurora Rodríguez Carballeira, que empezó a tener clara su meta: moldear a una descendiente de gran capacidad intelectual.
El elegido para concebir a la criatura fue el sacerdote castrense Alberto Pallás, pero su destino era Madrid, donde Hildegart vino al mundo un 9 de diciembre de 1914, sin saber que sus casi dos décadas de vida dejarían tanta huella.
La instruyó para dominar varios idiomas, escribir y tomar partido en actos de corte político en plena adolescencia, pero su hoja de ruta impactó con el criterio de la superdotada, un revés ante el que respondió, en junio de 1933, con dos disparos que acabaron con la vida de la joven mientras dormía.
Alegó perturbación mental en el juicio por el parricidio, que acabó con una condena de 26 años de cárcel y su fallecimiento, ya en 1955, en el centro psiquiátrico madrileño de Ciempozuelos.
En el lugar en el que ingresó por esquizofrenia paranoide se escribió el epílogo a una larga vida, que ya despertó la mirada curiosa de Fernando Fernán Gómez o Almudena Grandes y que ahora vuelve a perfilarse en 'La virgen roja', otro enfoque a la historia de Aurora, que no se entiende sin la de Hildegart y viceversa.
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