Con registros de más de 30 grados este verano, las aguas del Mediterráneo son caldo de cultivo cada vez más de danas intensas: se trata de un caldero "donde el aire hierve por los bordes, todo se va cociendo", es un pequeño laboratorio donde los procesos tienen más posibilidad de acelerarse, según expertos.
Pero más allá de episodios meteorológicos estacionales, la crisis climática global es un fenómeno que está afectando no solo al calentamiento de la atmósfera sino además a la temperatura de los océanos, aunque el proceso afecta más lentamente al agua que al aire.
El Mediterráneo es un mar peculiar de pequeñas dimensiones, con temperaturas récord una vez más este verano; se trata de una especie de "laboratorio pequeñito de procesos que en escalas mas grandes podrían ser menos intensos o menos acelerados", y en donde "todo se va cociendo", desde el calentamiento de las emisiones de contaminantes, hasta la producción de ozono, u otros.
Así lo ha explicado a Efe la directora científica del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3), María José Sanz, bióloga experta en el estudio de los efectos de la contaminación atmosférica y el ciclo de carbono y miembro además del panel de investigadores sobre cambio climático IPCC de la ONU.
El calentamiento de las masas de agua por la crisis climática es más lento que el de la atmósfera y "hasta ahora no se había observado de forma ostensible", ha añadido la investigadora.
El Mediterráneo, como otros mares que bañan las costas españolas, se está calentando; en verano registró niveles récord y ahora, en vísperas del inicio del otoño, la temperatura superficial en gran parte de su litoral se sitúa entre 1 y 2 grados por encima de lo habitual, con 24-26 grados en general, salvo en el Estrecho, según datos de los meteorólogos.
En declaraciones a Efe, el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) Luis Bañón ha explicado que "cuanto más caliente esté el Mediterráneo, mayor es el vapor de aire que circula sobre dicho mar", algo que puede aumentar los flujos de humedad "con el combustible necesario para que las precipitaciones sean eficientes", pero no como desencadenante de tormentas por sí solas.
Sobre el posible efecto del calentamiento del Mediterráneo en las lluvias de carácter otoñal que sacudirán al Mediterráneo estos días ,y que podrían acabar afectando a casi toda España, el responsable de la Aemet ha insistido en que la anomalía térmica del mar podría ser "un elemento a sumar algo, pero no determinante para desencadenar fenómenos".
De cara al futuro, el progresivo aumento de las temperaturas del Mediterráneo podría agravar la intensidad de las danas que se formen en este mar, un enclave en donde concluyen distintos factores que generan procesos con más posibilidades de acelerarse, ha insistido la directora científica del BC3.
Ha destacado por ello, la importancia de entender muy bien las distintas interacciones en el entorno de ese mar, entre la atmósfera con el territorio, con las masas de agua, etcétera.
Cuanto más alta sea la temperatura del mar, mayor será la probabilidad de lluvias torrenciales, al aumentar el vapor de agua del aire que interacciona con la masa fría polar que suele situarse frecuentemente sobre la península como desprendimiento del chorro polar.
En cuanto a la frecuencia con la que se producirán previsiblemente las danas dentro de ese contexto de mayor vapor de agua por el calentamiento del mar, lo que más influirá será el momento en el que se descuelguen las masas de aire frío, ha añadido.
A nivel de biodiversidad, la investigadora ha lamentado el impacto de las altas temperaturas del mar sobre las especies que lo habitan porque tienen "un rango de tolerancia"; las que se pueden mover se desplazarán, pero las que no son capaces, "pueden morir" a causa de las olas de calor en el océano.
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