Una cafetería de Hiroshima, testigo de las historias de supervivientes de la bomba atómica

Publicado: 06/08/2024
'Hibakusha' es el término con el que se conoce en Japón a los supervivientes de las bombas atómicas, sin embargo, ella prefiere evitarlo porque "categoriza"
A pocos metros del Parque Memorial de la Paz de Hiroshima, Erika Abiko abrió hace siete años las puertas de un "café social" donde, 79 años después de que la ciudad fuera atacada con la bomba atómica, supervivientes de la tragedia se reúnen para compartir sus historias.

Los bombardeos perpetrados por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945 eran para Abiko "algo lejano, de las fotos en blanco y negro y los libros de historia", hasta que, según explicó en una entrevista con EFE, coincidió con algunas víctimas mientras trabajaba en un crucero de la ONG Barco de la Paz.

Impulsada por la experiencia de convivir con testigos del bombardeo y de sus consecuencias, esta japonesa nacida en 1979 puso en marcha Social Book Café Hachidori-sha y habilitó en el pequeño negocio un espacio de intercambio entre clientes y supervivientes.

Más allá de arrojar luz sobre lo ocurrido aquel día de agosto en Hiroshima, lo que centra estos encuentros, organizados tres veces al mes y limitados a diez personas, son las conexiones que se crean entre visitantes de la cafetería y víctimas del bombardeo, pues refuerzan la lucha por el fin último de Abiko, el desarme nuclear.

Los supervivientes "tienen nombre"

'Hibakusha' es el término con el que se conoce en Japón a los supervivientes de las bombas atómicas, sin embargo, ella prefiere evitarlo porque "categoriza", lo que contribuye a la despersonalización de los afectados.

"Okamoto-san, Goto-san, Ito-san, So-san. Tienen nombre y los llamamos por su nombre. Son amigos y compañeros con quienes compartimos el deseo de eliminar las armas nucleares", pronuncia Abiko emocionada, y recuerda a su amigo Iwao Nakanishi, quien falleció el pasado año a causa de un cáncer.

Sus ojos se inundan mientras rememora: "Era uno de nuestros mejores amigos. Salíamos y hacía de guía de mis amigos cuando estaba sano".

Culpabilidad tras sobrevivir

Abiko recuerda visitar con Nakanishi el Monumento a la paz de los niños de Hiroshima. Allí, su amigo explicó que más de 500 niños murieron ese día en un colegio de la ciudad, además de 10 profesores, pero el director había salido y sobrevivió, y se preguntaba por qué solamente él logró vivir tras el estallido.

"Él (Nakanishi) me dijo que también se preguntaba por qué sobrevivió y creo que muchos piensan lo mismo: '¿Por qué sobrevivimos si amigos y familiares murieron?'", relata Abiko.

"Sobrevivir, seguir viviendo el resto de la vida, es maravilloso, pero es algo de lo que ellos no pueden alegrarse porque se sienten culpables. Es uno de los efectos permanentes de la bomba", argumenta.

Salvado por los muros de unos almacenes 

"Tenía 15 años cuando explotó la bomba. Era estudiante de instituto y trabajaba en una fábrica de ropa y accesorios militares. Estaba esperando a un camión cerca de los almacenes y el edificio lo protegió del estallido. Pudo sobrevivir sin lesiones", detalla respecto a Nakanishi la empleada de la cafetería de Abiko, Mayu Seto (Kure, 1991).

"Vivió la devastación de la ciudad. Fue testigo de cómo la gente llegaba suplicando ayuda porque aquel era un edificio militar. Él se quedaba ayudando hasta el anochecer", sigue Seto, que se disculpó de antemano por la emoción que le causa recordar a "un buen amigo".

Sin recuerdos de la bomba, pero con sus efectos grabados 

Otro superviviente es Tadashi Okamoto, bebé de un año y cinco meses de vida cuando Hiroshima quedó devastada en 1945. Pese a no recordar nada de la fatídica fecha, los efectos de la bomba marcaron su vida hasta hoy, en forma de "pobreza, escasez alimentaria, cicatrices en su cuerpo y ansiedad derivada de la preocupación por cuestiones de salud".

"Intentó saber sobre lo ocurrido, pero le resultó difícil hablar con los miembros de su familia sobre ello", aclara Seto sobre Okamoto, pues los testigos de la catástrofe a menudo evitan dar detalles por no revivir el trauma.

Testimonios que evolucionan 

Abiko hace hincapié en que, durante los siete años que lleva existiendo su cafetería en Hiroshima, el testimonio de los supervivientes "ha variado", y en muchos casos refleja las secuelas en su salud derivadas de la bomba.

Tras quedar destrozada en 1945, Hiroshima sigue teniendo algunas cicatrices visibles y los pocos testigos que quedan del bombardeo se preguntan cómo habrían sido sus vidas si en Japón nunca hubieran explotado bombas atómicas.

Sobrevivir fue para los 'hibakusha' el comienzo de una sucesión de dificultades que tuvieron que afrontar en forma de problemas de salud y enfermedades, pérdidas de seres queridos o traumas, y ahora sus fuerzas están centradas en la lucha por el desarme nuclear.

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