La plaza de Santa María ofrece un lustroso aspecto donde apenas dejan entreverse las baldosas porque están ocupadas por una ristra de piernas de turistas que sabiamente han elegido la capital del Santo Reino para saciar su apetito cultural.
Una chica joven se acerca a una de las dos guías que acompaña al conjunto de criaturas que inundan la escalinata lateral de la Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen.
La moza pregunta por el balcón de Pilatos. Un silencio preside a los presentes. La guía les mira con interés. Los asistentes piensan: ¿qué está diciendo?... se ha equivocado de ciudad.
Insiste la muchacha en ahondar sobre la existencia de un balcón que existía en Jaén y que todos sus vecinos lo bautizaron con el nombre de Pilatos. Intervino la guía, tal cual vedemécum, aclarando en esa misma plaza existió el palacio de los Duques de Montemar, allá en el siglo XVI, destruido para construir el actual Ayuntamiento.
Dicho edificio fue embellecido por el arquitecto Andrés de Vandelvira y contaba con un balcón cubierto de tejadillo que entusiasmó a la población jaenera y como tenía semejanza con la tribuna del Pretorio, usaron el apelativo de Pilatos para describirlo.
Otro de los asistentes mira con extrañeza a la guía, que de inmediato aclara que el pretorio fue la sede del tribunal de los pretores romanos, es decir, de los magistrados.
Esta ciudad ofrece una importante historia, desconocida, que merece ser tratada y alimentada por viandantes. Para ello, la mejor opción es recorrer sus calles y plazas alimentándose de su historia y cultura, a través de los juglares que deleitan a los transeúntes con crónicas de diversos acontecimientos acaecidos en Jaén.
Sus monumentos, rincones, leyendas, romances y otros encantos forman parte de los pilares básicos para conocer la ciudad. Tampoco debes extraviar en tu memoria la rica gastronomía, sus espacios naturales y muchas más sorpresas que te dejarán perplejo porque no te lo esperabas encontrar en un espacio tan variopinto como la ciudad de Jaén.
Mucho cuidado, no debes olvidar otro soporte trascendental que sostiene la estructura del puente que propicia el acercamiento a todas estas bondades. Estamos hablando de su vecinos… ¡son muy buena gente!
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