Andalucía

El legado de una década de Estado Islámico: vidas rotas, terror mundial y genocidio

Es un proyecto de protoestado con una ideología radical que logró ocupar amplios territorios de Irak y Siria y cometió un genocidio contra la minoría yazidí

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  • Bandera de Estado Islámico. -

Abu Bakr al Bagdadi se declaró hace una década como el primer líder del grupo yihadista Estado Islámico (EI), un proyecto de protoestado con una ideología radical que logró ocupar amplios territorios de Irak y Siria, cometió un genocidio contra la minoría yazidí y aterrorizó al mundo entero.

Estas son las principales claves de los diez años desde que Al Bagdadi pronunció el sermón en la ciudad iraquí de Mosul, donde se autoproclamó como el primer "califa".

La ocupación de parte de Irak y Siria

El Estado Islámico, como empezó a llamarse en 2014, llegó a controlar un territorio del tamaño aproximado del Reino Unido.

En Irak, donde la organización casi llegó a las puertas de Bagdad, proclamó Mosul, la segunda ciudad más grande del país, como su capital de facto y el lugar desde donde se reveló ese "califato". En Siria, fue Al Raqa la urbe en la que se instaló la capital.

Ambos lugares se convirtieron en las principales batallas que libró la coalición antiyihadista encabezada por Estados Unidos para derrotar territorialmente al EI, que causó una gran destrucción en las ciudades y un número de civiles muertos que aún están sin contabilizar.

Los peores asesinatos y atentados

El foco de Occidente se puso en este grupo cuando comenzó a publicar vídeos de ejecuciones extrajudiciales, sobre todo de extranjeros.

En agosto de 2014, se difundió un vídeo que sobrecogió al mundo entero: la decapitación frente a la cámara del periodista James Foley, el primer estadounidense en morir a manos del EI.

La organización publicó a través de sus órganos de propaganda más escenas de asesinatos contra otros rehenes, siendo el del piloto jordano Moaz al Kasasbeh, quemado vivo en una jaula en enero de 2015, de los que más impactó.

Pero lo que sin duda puso en guardia y en alerta máxima en el mundo, sobre todo en los países occidentales, fueron los trágicos atentados que el EI reivindicó.

El 13 de noviembre de 2015, ocurrió en Francia su peor masacre en más de 50 años: 131 personas murieron, entre ellas 90 en la sala de conciertos Bataclan, en una serie de ataques coordinados.

Bélgica, España y el Reino Unido sufrieron entre 2016 y 2017 otras masacres asumidas por el EI, que indicó que se realizaron por su participación en la coalición antiyihadista.

En otros países, como Rusia, Irán y Egipto, también han ocurrido grandes atentados de la organización extremista que han acabado con la vida de centenares de personas. Los ataques se ha producido incluso este año: el 3 de enero en la ciudad iraní de Kermán, con 103 muertos; y el pasado 22 de marzo en la sala de conciertos Crocus City, a las afueras de Moscú, con 145 fallecidos.

La máquina mediática y reclutamiento

Dos de las aristas más importantes de la organización ha sido la máquina mediática de propaganda, que produjo vídeos y revistas: 'Dabiq', en inglés y cuya última edición fue en julio de 2016; y en árabe, el semanario 'Al Naba', que aún sigue publicándose.

Esta propaganda sedujo a miles de hombres y mujeres, que decidieron por su propia voluntad emprender un viaje para entrar ilegalmente a Siria y unirse a las filas del EI.

De acuerdo a diferentes estudios, se cifraba en más de 53.000 hombres, mujeres y menores de unos 80 países los que se unieron al grupo entre 2013 y 2019.

Genocidio yazidí

La ONU ha reconocido que el EI cometió genocidio contra la minoría yazidí durante la ocupación de la organización.

"Miles de personas fueron asesinadas, ejecutadas en masa, fusiladas mientras huían o muertas por exposición en el monte Sinyar mientras intentaban escapar", según la ONU.

Además, miles más fueron "esclavizadas, con mujeres y niños secuestrados de sus familias y sometidos a los abusos más brutales, incluidas violaciones en serie y otras formas de violencia sexual insoportable".

Los yazidíes son una ancestral y pequeña comunidad religiosa originaria del norte de Irak, que en 2014 fue brutalmente perseguida por el EI y unos 5.000 hombres fueron asesinados, cerca de 7.000 mujeres y niños secuestrados, y un total de 300.000 desplazados de sus hogares en la región iraquí de Sinyar.

Su expansión en el mundo

Pese a que su capacidad central se haya visto mermada, las filiales que tiene la organización por el mundo se han hecho más fuertes.

La rama del Jorasán, activa en Irán y Asia Central; y las del Sahel, África Occidental y Mozambique son las más fuertes en la actualidad.

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