China ha reforzado sus capacidades y elevado su ofensiva marítima contra socios de EE.UU. en el Pacífico con los que mantiene tensiones, como Filipinas y la autogobernada Taiwán, que no descarta invadir, suscitando el temor de que un incidente derive en un conflicto indeseado.
Las tensiones llegaron a su pico más elevado el 17 de junio en aguas adyacentes al atolón Second Thomas, en el mar de China Meridional y donde Filipinas mantiene un puñado de tropas estacionadas en un buque de la II Guerra Mundial encallado para marcar territorio.
El Ejército filipino acusó a guardacostas chinos de cercar y abordar el barco de sus compatriotas cuando realizaban una misión de aprovisionamiento y de provocar heridas graves en sus marineros.
China, que reclama casi la totalidad de dichas aguas y se niega a aceptar un laudo de La Haya que dio la razón a Manila, denunció que la colisión se produjo porque la parte filipina "ignoró" sus "advertencias".
El tratado de defensa con EE.UU.
El incidente, el más grave de varios ocurridos en los últimos meses, fue condenado por la Unión Europea y Estados Unidos, que reiteró el "férreo compromiso" de su país con Filipinas, con quien mantiene un tratado de defensa mutua desde 1951.
Aunque el presidente Ferdinand Marcos Jr. descartó que se tratara de un "acto de guerra", el suceso disparó la preocupación sobre un incidente más serio que produjera una imparable escalada.
"China cada vez goza de un mayor dominio", dice a EFE el almirante Rommel Jude G. Ong, analista del Instituto Naval de EE.UU., quien cree que Pekín busca "hacerse con el control" del atolón una vez el Sierra Madre (el buque allí anclado) "se desintegre y ya no pueda considerarse una extensión del territorio filipino".
Si bien la polémica en torno al buque varado tiene más de dos décadas de antigüedad, Pekín esperaba que Manila se acabara desentendiendo del navío, pero parece haber sido lo contrario, y acusa a Filipinas de estar reconstruyéndolo.
Ante esta situación, China, que dispone de la mayor flota naval del mundo, otorgó el pasado mayo a sus guardacostas nuevas capacidades, incluyendo la autoridad para detener barcos extranjeros sospechosos de ingresar ilegalmente en sus aguas territoriales.
"Hay pocas razones para dudar de que China procederá a detener a pescadores filipinos o a personal militar que participe en futuras misiones de reabastecimiento en el atolón", señaló Euan Graham, del Instituto Australiano de Política Estratégica.
La Guardia Costera china también ha visto su capacidad de acción reforzada desde un punto de vista material, gracias a "la asignación de más buques" y al "aumento del apoyo logístico", según el oficialista Global Times.
Hostilidad contra Taiwán
Las tensiones no se limitan al mar de China Meridional: la Guardia Costera china ha intensificado sus actividades en torno a Taiwán, organizando patrullas policiales que, en opinión de Taipéi, ponen en riesgo la "seguridad de la navegación" en el Estrecho.
El enclave más afectado son las Kinmen, unas islas bajo control taiwanés a escasos kilómetros de China: entre febrero y mayo, guardacostas chinos navegaron por la zona un promedio de cinco veces mensuales, alegando que tenían derecho a patrullar allí.
Sze-fung Lee, especialista en operaciones de "guerra híbrida" de China, dice a EFE que estas acciones podrían considerarse como "tácticas en zona gris" dirigidas a hostigar Taiwán, territorio autogobernado desde 1949 y considerado por China como una "provincia rebelde".
Tras la toma de posesión el pasado mayo del soberanista William Lai, Pekín lanzó maniobras militares a gran escala alrededor de Taiwán y sus islas periféricas con gran protagonismo de la Guardia Costera, una novedad con respecto a ejercicios previos.
Por este motivo, analistas como Sze-fung Lee especulan con la posibilidad de que la Guardia Costera china pueda aplicar algún tipo de "cuarentena" -una especie de bloqueo no militar- sobre Taiwán en un futuro cercano, menos costoso y que serviría para probar la respuesta internacional.
Aunque la escalada es palpable, algunos expertos advierten de un posible efecto positivo: que obligue a los Ejércitos de China y de EE.UU., que suministra armas a Taiwán y no descarta ayudar a la isla en caso de conflicto, a mejorar sus mecanismos de comunicación, después de que ambas partes restablecieran el diálogo militar de alto nivel el pasado noviembre.
Otros expertos creen que la comunicación en cualquier caso beneficiaría a China: "EE.UU. podría intentar que Manila accediera a propuestas de Pekín que no sirvan necesariamente a sus intereses, pero que eviten un conflicto", destaca Jude G. Ong.