El recurso del discurso público a la desmesura ha ocupado la esfera pública desde la segunda década del siglo pero la hipérbole parece haber contaminado ya todo en un proceso en el que la falta de ideas y la búsqueda del clic fácil por parte de los medios se retroalimentan.
En ello coinciden diferentes expertos del ámbito del derecho, la lingüística y la comunicación, que divergen, no obstante, sobre hasta qué punto la polarización política es rentable en una campaña electoral como en la que estamos inmersos para elegir el nuevo Parlamento europeo el próximo 9 de junio.
¿Estamos ante el triunfo de la hipérbole? "absolutamente", responde el periodista y socio de la consultora de Comunicación Kreab, Antonio San José.
"España es una hipérbole en sí misma, toda la vida política y social está ahí. Todo es apocalíptico, histórico e hipertrascendente, es así, y los medios de comunicación no podemos extraernos a esto", añade.
El recurso fácil al titular efectivo, que se viraliza en la comunicación digital, con unos ritmos "acelerados" y poco compatibles con la complejidad política; el "prejuicio despreciativo" sobre los ciudadanos a los que se trata con poco respeto intelectual y la teoría de no pocos estrategas de que la ideología no 'vende' se convierten en un peligroso cóctel que, coronado por la falta de ideas, ha llevado el discurso político a la "excitación" permanente.
Así lo sostiene Beatriz Gallardo, catedrática de Lingüística de la Universitat de Valencia, y experta en construcción del discurso público y los efectos en el mismo de la digitalización.
"La concepción populista ha impregnado a todos los partidos políticos, porque viene dada por una mala definición de la democracia de un pueblo absoluto y sin límites que lo puede todo. Esa es la radicalización que hacen los populistas y todo político tiene un populista dentro", añade José A. Sanz, constitucionalista de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense.
Los eslóganes, las frases cortas, la búsqueda de la polarización y el 'me gusta' en redes....todo forma parte de la "teatralidad" de los populismos, añade Sanz.
Con el telón de fondo de las elecciones europeas, este experto en democracia y populismos no suscribe por completo la sentencia de estar ante los comicios con mayor polarización en España y Europa pero avisa del posible auge de los partidos populistas de extrema derecha y de su impacto en la propia construcción europea.
No cree tampoco que polarizar sea siempre sinónimo de triunfo electoral, pero es verdad, añade, que los "partidos populistas sí que polarizan y sus grandes logros electorales" son usando esta estrategia.
Sobre los rasgos del discurso populista, Beatriz Galindo señala que se caracteriza por boicotear el diálogo -de ahí los insultos-, es siempre monológico, por eso es idóneo para la narración y los mitos, a diferencia del discurso político, que es de naturaleza argumentativa.
Añade además que el análisis de los últimos años demuestra que los partidos tradicionales se suman parcialmente a estos estilos y recuerda el "que te vote Txapote" o el "me gusta la fruta".
Las retóricas populistas, prosigue la lingüista, se centran además en la abstracción de los valores, por lo que es más fácil que se muevan en el terreno de lo símbólico (banderas, emblemas...motosierras).
"Pero lo realmente definitorio del discurso populista es la escisión del "nosotros" político entre "yo, el líder" y "vosotros, el pueblo" ("la gente", "la España que madruga"...). Este triángulo populista se apoya en los hiperliderazgos", explica.
Discrepa asimismo sobre la premisa de que polarizar es necesario para ganar elecciones, y pone como ejemplo la campaña de Salvador Illa (candidato del PSC a los últimos comicios catalanes), quien con su "liderazgo no histriónico" y su "contundencia argumentativa" ganó en las urnas.
Antonio San José pone como ejemplo de lo contrario las elecciones generales del 23 de julio, donde, a su juicio, fue "muy rentable" la estrategia del PSOE de "polarizar, dividir y presentarse como el dique de contención frente a los 'peligros' de la derecha/la ultraderecha y la vuelta a épocas pasadas".
En la campaña de las europeas no se están escuchando tampoco propuestas relacionadas con los temas comunitarios pero es verdad, apunta este veterano periodista, que la gente termina votando en clave nacional.
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