Desde apenas 900 metros hasta 260 kilómetros, en ese intervalo se mueven las distancias que las 127 hermandades filiales realizan en peregrinación hasta la aldea del Rocío y así, cumplir su objetivo, llegar ante la Virgen y participar en la romería de Pentecostés.
Dejando al margen la peregrinación propiamente dicha, esa distancia podría agrandarse hasta los más de 2.100 kilómetros que un hermano de la Hermandad de Bruselas, la única con sede fuera de España, tiene que completar para llegar hasta el enclave mariano almonteño.
Sin embargo, esta hermanada, la situada más lejos geográficamente, es la que realiza un camino más corto, apenas 900 metros, que son los que separan su casa en la aldea del Santuario, según han explicado a EFE fuentes del Plan Romero.
En el lado opuesto está la de Córdoba, cuyos peregrinos cubren una senda de 260 kilómetros hasta llegar al Rocío que completan en nueve jornadas; es esta la que abre la peregrinación y, tras ella, de manera progresiva se van sumando diariamente el resto de hermandades. Doce la realizan por los caminos de Cádiz; 47, por los de Huelva y 68, por los de Sevilla.
Aquellas que tienen su sede en localidades situadas en estas tres provincias, o próximas a ellas, realizan íntegro el recorrido, si bien las más lejanas, aquellas que vienen de otros puntos de Andalucía más distantes o de fuera de la región, embarcan sus simpecados -insignias que las representan durante la romería- en un coche o en un remolque y se desplazan hasta el punto que escogen para iniciar el camino.
De esta forma, la de Almería inicia su tránsito en Benacazón (Sevilla), las de Madrid, Barcelona y Sabadell lo hacen en el municipio de Almonte (Huelva), la de San Antonio de Portmany -Ibiza- en Villalba del Alcor (Huelva) o la de Badajoz en Bonares (Huelva), según precisan desde el Plan Romero.
Desde Aznalcázar, en Sevilla, inicia su recorrido la Hermandad de Las Palmas de Gran Canaria, pero para ello, es necesario toda una planificación que va más allá de montar el Simpecado en un vehículo, según indica a EFE su hermano mayor, Fran Parrondo.
"La carreta del Simpecado viaja en ferry con los todoterreno y un remolque donde vienen todos los enseres de la hermandad y los peregrinos, que este año suman más de 70, se desplazan en avión", explica, añadiendo que una vez en Aznalcázar preparan la carreta y la adornan para poder iniciar el camino.
Durante el mismo, todas las hermandades cuentan en este peregrinar con zonas de sesteo -lugares establecidos para realizar el almuerzo- y de pernocta -para dormir- en los que todos los peregrinos se juntan y disfrutan de un paisaje natural privilegiado, Doñana y su entorno; y de lugares emblemáticos para los rocieros como el cruce del Guadalquivir en Bajo Guía, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz); el puente del Ajolí, entre Hinojos y Almonte (Huelva) o el Vado del Quema, en Aznalcázar (Sevilla).
Este último punto es conocido por ser el lugar de bautismo de los nuevos rocieros, lo que lo convierte en uno de los más emotivos, según señala a EFE Juan Palacios, hermano mayor de Fuengirola (Málaga), la primera filial que entrará en la aldea mañana viernes después de más de seis días de camino.
El cruce del Vado es un momento de emociones, de sentimientos a flor de piel, de dar la bienvenida a los que ingresan en esta devoción compartida por miles y de recordar a los que fueron parte de ella y ya no están.
En él, los peregrinos y caballistas arropan a su Simpecado y le dedican salves y plegarias en forma de sevillanas y rumbas que cada año genera momentos que sumar a la historia de la romería del Rocío.
No será hasta el sábado por la tarde cuando las 127 hermandades filiales se encuentren en la aldea, después de haberse presentado todas ellas ante la Hermandad Matriz de Almonte, organizadora de la romería; atrás quedará el camino, sin importar la distancia, pues el objetivo está cumplido, un año más habrán alcanzado su destino, que no es otro que Ella, la Virgen del Rocío.
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