Irán ha aumentado la represión contra artistas, mujeres sin velo y críticos contra las políticas de la República Islámica, en medio del descontento de la población por la mala situación económica y las tensiones sociales.
Los tribunales iraníes han multiplicado en las últimas semanas las condenas contra cineastas, músicos y académicos, mientras en las calles del país se ha impuesto el miedo ante el regreso de la llamada policía de la moral para reimponer el uso del velo islámico.
Las figuras públicas como cineastas, futbolistas o músicos han sido objetivo de las autoridades iraníes a lo largo de los años dada su capacidad de influir, amplificar mensajes o movilizar a la población, una represión que ahora se ha intensificado.
"El alcance e intensidad de la represión ha alcanzado un punto de brutalidad en el que esperamos noticias cada día de otro cruel crimen del gobierno", denunció ayer el cineasta Mohamad Rasoulof al anunciar que había escapado de Irán tras ser condenado a ocho años de prisión, latigazos y la confiscación de sus propiedades.
Las películas de Rasoulof son un ejemplo de "colusión con la intención de cometer crímenes contra la seguridad del país”, según el tribunal que lo condenó.
“Tenía que elegir entre prisión y salir de Irán. Con gran tristeza, elegí el exilio”, afirmó en un comunicado el cineasta desde Europa, donde llegó hace unos días.
El ganador del Oso de Oro de Berlín con ‘La vida de los demás’ en 2020 afirmó que “la maquinaria criminal de la República Islámica está continua y sistemáticamente violando los derechos humanos” y apuntó que el objetivo de las autoridades son “las vidas de los activistas por los derechos civiles”.
Su última película, ‘Seed of the Sacred Fig Tree’, se proyectará en el Festival de Cannes y trata sobre un juez que lidia con las protestas desatadas por la muerte de Mahsa Amini en 2022 tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.
La muerte de Amini provocó fuertes protestas que durante meses pidieron el fin de la República Islámica y solo desaparecieron tras una represión que causó 500 muertos y la detención de al menos 22.000 personas y en las que fueron ejecutados ocho manifestantes, uno de ellos en público.
Condenas y arrestos de artistas
El apoyo a esas protestas le costó al rapero Tomaj Salehi una condena a la pena de muerte a finales de abril por sedición, colusión contra el sistema, propaganda contra el sistema e incitación a los disturbios, en otro caso que ha provocado fuertes críticas internacionales.
Otros dos raperos, Vafa Ahmadpour y Danial Moghadam, fueron arrestados la semana pasada en la sureña ciudad de Shiraz, por la publicación de un vídeo musical titulado “Prepárate” en el que criticaban las condenas a muerte y la campaña para reimponer el velo.
“Nosotros, el pueblo de Irán, todos unidos, te quitaremos este país, bueno para nada (el sistema islámico)”, cantan los dos raperos en su tema musical.
La misma suerte ha seguido el académico y profesor universitario iraní Sadegh Zibakalam, quien entró en prisión el domingo para cumplir varias penas de prisión de tres años en total por “propaganda contra el sistema” y “publicación de contenido falso”.
Zibakalam, comentarista político, académico y ex profesor de la Universidad de Teherán, es una figura extremadamente crítica con la República Islámica de Irán y ha puesto en duda en repetidas ocasiones su política nuclear así como la agresividad del país con Israel, entre otras cuestiones.
Descontento popular
El aumento de la represión coincide con un creciente descontento popular contra las autoridades, como quedó de manifiesto durante la elecciones parlamentarias del 1 de marzo, que contaron con la participación más baja en los 45 años de la República Islámica.
Un descontento popular alimentado por la mala situación económica del país, con una inflación en torno al 40 %, pero también por el pulso por las libertades sociales, sobre todo entre los más jóvenes.
Así, en las calles de Teherán se libra una suerte de “guerra contra las mujeres” en la que las autoridades están tratando de reimponer el velo, uno de los símbolos de la República Islámica, con arrestos, multas y la confiscación de coches.
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