Sostiene Salvador León, como muchos otros, que en política no existen las casualidades. El miércoles, por ejemplo, publicaba El País una información relativa al caso Gürtel vinculada con Jerez, en concreto con el periodo en que María José García-Pelayo fue alcaldesa. Ese mismo día, el PP daba una rueda de prensa para presentar los resultados de la última encuesta realizada en la ciudad, con unos resultados más que favorables para la candidatura popular. Coincidencia o no, premeditado o no, lo segundo bien pudo contrarrestar lo primero, aunque tampoco veo tan necesitado al PP como para urdir este tipo de calculadas estrategias; mucho menos si se analizan un poco los antecedentes. Porque lo que venía a publicar el rotativo de Prisa es que el PSOE de Madrid ha solicitado al juez instructor del caso Gürtel que llame a declarar a García-Pelayo como imputada por la contratación de dos empresas vinculadas a la trama para la organización de la promoción de Jerez en Fitur. Y, en realidad, lo único aparentemente denunciable es que pagara la novatada de aceptar un precio tan desorbitado.
El caso es que Antonio Sanz se presentó el miércoles en Jerez con la encuesta bajo el brazo, satisfecho como el que viene de comprar el pan recién hecho, la alerta de la noticia del País en la Blackberry y la lección de los ERE bien aprendida. De la encuesta solo cabe realizar una apreciación, tan personal como compartida por muchos de los que la han analizado: que está maquillada, con la peculiaridad de que se ha hecho ajena a la costumbre de maquillar al alza; más bien todo lo contrario, a la baja, y con el concreto objetivo de evitar la euforia colectiva de cara a una precampaña incierta, como si se tratara de una primera vez, ya que ni sabemos cómo va a terminar reaccionando la fluctuación de votos, ni en qué medida las nuevas tecnologías -llámese redes sociales- van a incidir en los comportamientos de los votantes en el escaso e impredecible espacio de tiempo que queda hasta el 22 de mayo. La sensación, en definitiva, es que el resultado de la encuesta da a la candidata del PP una amplia mayoría absoluta para gobernar, no la apurada horquilla 13-14 que se anunció; un batacazo peor de lo esperado para el PSOE; y un papel más que secundario para el Foro Ciudadano, IU y PSA, por este orden, hasta el punto que los principales defraudados por los resultados publicados han sido los seguidores de Pedro Pacheco, que ya reconocen entre sus íntimos el temor a que el impacto del regreso del ex alcalde termine diluyéndose con el paso de las semanas “como un azucarillo en el café”, aunque tampoco creo que Pacheco haya emprendido esta nueva aventura política bajo la certeza de repetir los mismos resultados de hace cuatro años.
Lo cierto es que, ante tales perspectivas, resulta lógico pensar que el principal enemigo del PP en estos momentos sea el de la euforia, porque, como reconocía este viernes el propio Javier Arenas, a fecha de hoy el Partido Popular es el virtual ganador de las elecciones municipales, autonómicas y generales, pero falta un pequeño detalle, todavía tiene que ir el pueblo a las urnas a ratificarlo. Y eso está por ver. El presidente regional del PP, por cierto, estuvo muy convincente en su intervención del Hotel Guadalete, por encima incluso de Mariano Rajoy, y dejó planteadas algunas cuestiones trascendentales; entre ellas, que la crisis ha provocado que el estado de ánimo esté por encima de las ideologías, y que nadie debería gobernar durante treinta años seguidos -con la trascendencia psicológica que ha alcanzado esa cifra en nuestros días-.
A María José García-Pelayo, mientras tanto, se la ve cada vez más segura de sí misma, más convencida de sus aspiraciones, de la alternativa que representa en estos momentos para los jerezanos, aunque a veces incurra en el desliz de meterse en la ciénaga de los pactos o tratos que no van con ella, o en el fantástico mundo de los códigos éticos que su propio partido no va a estar dispuesto a respetar en otros municipios. Y eso sí que se verá.

Historias para no dormir, según Lorenzo Amor
¿Se imaginan que a 400 negocios de toda España les diera por cerrar definitivamente cada día? Según Lorenzo Amor, el presidente de los autónomos españoles, no hace falta imaginarlo. Ocurre a diario. En total, 2.800 a la semana. No son las únicas cifras que maneja, pero todas tienen dos cosas en común: son exactas y son terribles; tanto, como para quitarnos el sueño, sin necesidad de zombies ni fantasmas. Le basta con describir la propia realidad.

Los jerezanos y el síndrome de Estocolmo
A este paso, los jerezanos van a asumir una segunda identidad, la de rehenes. Fueron rehenes de la Policía local, cuando lo de las multas en Semana Santa; rehenes del servicio de limpieza cuando amenazaron con huelga de basuras en Feria; rehenes ahora de la plantilla de autobuses por la huelga en el transporte. Hasta CCOO los considera ya rehenes, aunque en este caso del Ayuntamiento, por la falta de diálogo para solucionar el asunto. De tanta experiencia límite, uno se pregunta cuándo empezarán a padecer de síndrome de Estocolmo. Y, es más, de parte de quién se pondrán.