Me da la impresión de que mientras se hablan de cosas intranscendentes, y el tema del aeropuerto es el mejor ejemplo, nadie se hace preguntas sobre qué va a pasar en Cádiz o qué va a pasar con los 16.000 parados que desconocen su futuro salvo que cada día que pasa en más incierto. Aquí lo que verdaderamente importa es que nos sigamos pegando con Jerez y, si esto falla, siempre nos quedará el Carnaval y las decisiones del jurado. Sin embargo, a nadie se le oye hablar del futuro de Comes salvo que hagan huelga en... Carnaval, claro está, pese a que puede dejar a una parte de la provincia sin servicio y a la plantilla más jodida de lo que ya estaba pese a los intentos de un Juan Bouza que, en esto sí, se está ganando el sueldo en su mediación. O hablar de cómo el comercio local quiere evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos, para lo que sólo pide cordura y sentido común a la hora de planificar qué ciudad se quiere para el futuro.
No, lo importante es que sigamos debatiendo, como si en ello nos fuera la vida, si el aeropuerto se debe llamar Jerez, Cádiz o Villaluenga del Rosario, como si con cambiar el nombre fueran a cambiar las cosas en esta ciudad o en esta provincia. Como si, de repente, fueran a comenzar a llegar esos miles y miles de turistas de todas partes que han sido incapaces hasta ahora de entender que nunca podrían estar en los carnavales porque Cádiz no tiene aeropuerto. Y eso sin olvidar que menudo marrón se están dejando PSOE y PP a sus respectivos candidatos, ya que ya me dirán qué va a decir María José García Pelayo sobre el tema ahora que tienen, según sus propias encuestas, la Alcaldía jerezana al alcance de la mano. Por lo menos Marta Meléndez puede decir lo que quiera ya que tiene menos que perder.
Seamos sensatos. Ya está bien de divagar sobre cosas que no interesan --o lo que es peor, interesan porque son polémicas, estériles (y sólo hay que ver las decenas de comentarios en la página web) y no aportan nada-- y comencemos a hablar de cuestiones que sí son importantes para la ciudad, como planes de empleo, infraestructuras, mejoras para recuperar ese millar de comercios que se han perdido (qué pena da ver cómo cuando un colectivo tan tradicional y poco amigo a los cambios es capaz de dar un paso al frente y nadie le respalda salvo el día que se reúnen con ellos) o para contar con unas perspectiva de futuro mínimamente mejor que la que ahora mismo existe.
Ya va siendo hora que todos los partidos se dejen de milongas, de peleas entre administraciones (que para eso ya habrá más elecciones el próximo año) y de proclamas que no van a ninguna parte y empiecen a concretar propuesta y debates que interesen a los gaditanos sobre el Cádiz que quieren hacer de cara a los próximos cuatro años. Las elecciones son para debatir ideas y no chorradas, para ilusionar al ciudadano con propuestas que mejoren su vida y para conseguir entre todos (aunque sea una utopía) un Cádiz mejor en los próximos años.
Eso es lo que quieren los ciudadanos y es lo que no le dan los partidos. No quieren, o no deberían querer, cosas intrascendentes, como por ejemplo quién va a ir en las listas del PP. ¿Cuántos de lo que esto están leyendo lo hacen por saber si aporto algún dato a esa lista? y ¿a cuántos le va a cambiar la vida saber si sigue José Blas o no? Quizás el problema no sea totalmente sólo de los partidos, sino de los propios gaditanos, que nos conformamos con los fuesgos artificiales antes de saber qué se celebra.
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