Las olas de calor en España han sido y van a ser más intensas, más frecuentes y más graves si se tienen en cuenta los factores de riesgo asociados a la salud -como la relación entre las temperaturas y la mortalidad- y no sólo los indicadores puramente meteorológicos.
Investigadores del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) han analizado cómo han evolucionado en España las olas de calor desde el punto de vista de la salud, evaluando su impacto en la mortalidad durante el periodo comprendido entre los años 2009 y 2018.
Los resultados del estudio, que se han publicado en la revista Environmental Sciences Europe, concluyen que si se toma en cuenta la definición de ola de calor en salud, frente a la de ola de calor "meteorológica", los efectos de las olas de calor, y sus riesgos, son mayores de lo estimado.
En concreto, los resultados señalan que, tomando como referencia la definición de ola de calor en salud, las proyecciones apuntan que los días de ola de calor de media en España subirán a un ritmo de casi 4 días por década, y su intensidad anual a 9,5 grados por década.
Sin embargo, las estimaciones tomando como referencia la definición de ola de calor meteorológica ofrecen unas proyecciones algo más bajas: calculan que la media de días de ola de calor aumentarían a un ritmo de 3 días por década, y que su intensidad anual crecería a 6 grados por década.
El trabajo, que ha sido coordinado desde la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano de la Escuela Nacional de Sanidad del ISCIII, ha confirmado la idoneidad de tomar como referencia los efectos sobre la salud al definir una ola de calor, estudiando no sólo los factores puramente meteorológicos y añadiendo factores como la estimación de mortalidad.
Los autores principales del estudio son Cristina Linares, Miguel Ángel Navas, José Antonio López Bueno y Julio Díaz, del Instituto de Salud Carlos III, y en el mismo han participado investigadores del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid); de la Universidad Rey Juan Carlos de Móstoles (Madrid) y de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Las evidencias científicas actuales confirman que el impacto que las olas de calor tienen sobre la salud de la población viene determinado por numerosos factores que van más allá de los valores que alcance la temperatura máxima diaria, es decir, de la intensidad de la ola de calor, ha informado el ISCIII en una nota de prensa difundida hoy.
Mientras la definición meteorológica de ola de calor se basa en series climatológicas definidas por percentiles de temperatura máxima, duración e intensidad, la definición en salud relacionada con la mortalidad asociada es más amplia.
En salud, además de las temperaturas registradas y su intensidad, se deben atender otros factores, como las características demográficas de la población, el nivel de renta, los aspectos socioeconómicos, la vulnerabilidad social, la calidad de la vivienda, las infraestructuras urbanas y la existencia o no de zonas verdes, entre otras.
El estudio, en línea con las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la implementación de planes de prevención de salud pública dirigidos a los impactos de las altas temperaturas, calculó una temperatura de definición de ola de calor (temperatura umbral) para 182 zonas isoclimáticas.
Los investigadores analizaron los datos diarios de mortalidad por todas las causas para cada zona isoclimática a lo largo del periodo 2009-2018.
También tuvieron en cuenta el valor medio de la temperatura máxima diaria de los meses de verano registrada en los observatorios meteorológicos de las 182 zonas isoclimáticas, calculando cuántas olas de calor se habían producido en cada una de ellas, así como su intensidad, y comprobaron que las olas de calor fueron más si se atienden los criterios y factores de salud, no sólo los datos estrictamente meteorológicos.
Los autores han señalado que la investigación confirma la relevancia de utilizar una definición de ola de calor basada en estudios epidemiológicos de temperatura, mortalidad y demás factores ligados a la influencia de las altas temperaturas en la salud en lugar de en valores basados sólo en percentiles meteorológicos, que podrían estar minimizando los impactos estimados sobre la salud en los análisis de futuros impactos atribuibles al calor.
Y han apuntado que estos resultados pueden facilitar la implementación de planes de calor más ajustados a las necesidades de la población en relación a los posibles riesgos para la salud de las temperaturas extremas.
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