Generación tras generación los hijos de esta tierra hemos encaminado nuestros pasos hacia ese territorio que se limita entre las calles Cerón y Maestra para refugiarnos en sus tascas. Y lo hacíamos, entre otras cosas, al reclamo de unos bocadillos que sólo allí encontrábamos.
En la calle Bernardo López, o la de Arco del Consuelo. Sus tascas siempre fueron el cobijo de lo sencillo. De lo clásico. Allí nos alimentábamos sin artificios entre paredes que eran – y siguen siendo- memoria viva de nuestro Jaén. No ya sólo porque sostengan el retrato de esta ciudad en imágenes que dan fe de aquel Jaén que fuimos, sino porque algunas de ellas llevan más de un siglo ahí, dando de comer y beber a cualquiera que traspase las puertas de sus tascas al estilo Jaén. Esto es, con un biscúter del Alcázar por delante y la compañía de una tapa.
La pandemia del Covid 19 hizo reinventarse a la hostelería. A muchos de estos bares los destrozó porque era prácticamente inviable ajustarse a los límites y limitaciones impuestos por el reglamento pandémico. Imponer la distancia social en sitios como la tasca Los Amigos, era cuasi misión imposible. Y ni siquiera tenían terraza que sacar a la calle y poder oxigenar económicamente sus negocios. El desastre fue absoluto.
Cuando la normalidad regresó a nuestras vidas nosotros volvimos a frecuentar nuestras tascas. Las de toda la vida. Y retomamos nuestros hábitos y costumbres aunque hubiera que reconducir nuestras conductas y adaptarse al nuevo tiempo.
El Qr de las cartas de menú vino para quedarse. Los precios de muchos bares de Jaén han subido por encima de lo racional – poco se está hablando de eso- haciendo que en Jaén se haya disparado la práctica de cervecear entre amigos por encima de lo que nos cuesta en muchas otras capitales de Andalucía.
Pero lo que nadie vio venir fue ir a La Manchega y que ya no haya bocadillos. Su enorme pizarra de bocadillos es patrimonio de esta ciudad. Eso sí que era auténtica marca Jaén, Jaén. Perder eso es arrancar otro pedazo de nuestra esencia colectiva. Restar argumentos de peso para ir a cenar a las tascas. ¡Que vuelvan los bocatas a La Manchega!
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