Andalucía

Mantillas y velos, una tradición arraigada que vuelve a ser tendencia

La Semana Santa recupera para el vestuario femenino, en especial en el sur, la mantilla, un complemento que simboliza el luto

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  • Jueves Santo en Sevilla. -

La Semana Santa recupera para el vestuario femenino, en especial en el sur, la mantilla, un complemento que simboliza el luto, pero que también es sinónimo de distinción para una madrina en un enlace, encajes que las novias también lucen el día de su boda, una tendencia en pleno auge.

"Los velos están volviendo con fuerza, en especial en las bodas por la iglesia. Una complemento que pasa de generación en generación", que perdió actualidad, pero que ahora vuelve a ser tendencia, asegura la EFE la diseñadora nupcial Lucía Cano.

La creadora pertenece a una saga de bordadores artesanales de Jaén, Artesanía Florencia, especializados en encajes de Granada, bordados a mano, una actividad que comenzó su abuela materna, Florencia Gallego, que continuó su madre; a la que después se unió su padre y ahora ella ha tomado el relevo.

"Somos especialistas en la elaboración de la mantilla española y velo de novia amantillado, bordados a mano", desde 1952, 70 años en los que han ido ampliando la gama de productos a abanicos, encajes para el hogar y para el arte religioso, bordados tanto en tul de seda como en hilo de algodón.

"Eran tiempos en los que para una mujer no era fácil ganar dinero fuera de casa. A mi abuelo, que era comerciante, mi abuela le pidió que le trajera algo para bordar", relata Lucía Cano (Alcalá la Real, 1992).

A partir de ahí, poco a poco, fue surgiendo una pequeña empresa en la que participaban exclusivamente "mujeres del pueblo", que fueron vendiendo sus encajes primero por Andalucía y luego en Madrid y Valencia.

"El Corte Inglés llegó a ser uno de sus clientes", cuenta la diseñadora con orgullo y reseña que ahora confeccionan detalles para trajes regionales de Aragón y Valencia, mantos y toquillas para vírgenes.

Su madre cogió el relevo, pero fue la llegada de su padre, un apasionado del dibujo, quien le dio un impulso a la empresa al crear diseños exclusivos que fueron produciendo para diferenciarse.

"Siempre hemos dado rienda suelta a la imaginación; ahora sucede lo mismo, creamos diseños adaptándonos al gusto de nuestros clientes", advierte Cano mientras recuerda que reprodujeron, a petición de una novia, el zócalo de la Alhambra en su velo.

Artesanía y diseño vanguardista, con buena parte de innovación, bordados que aplican en las mangas de los vestidos o en capas. "Antes -recuerda- todo el mundo tenía los mismos dibujos", que se elaboraban sobre un bastidor de 2,50 de largo por 1,20 de ancho.

Ahora -indica la diseñadora- no todo el bordado es manual, una manera de abaratar costes y tiempo de producción.

Licenciada en diseño de moda por el Istituto Europeo di Design (IED), Cano tenía claro que quería continuar con la tradición familiar, incluyendo el diseño nupcial.

Desde Granada, confecciona vestidos de novia. Su última propuesta la ha presentado en la pasarela especializada Atelier Couture. "Cada colección es un aprendizaje", y señala las opciones que le ofrece el diseño digital y los detalles bordados en cada uno de los vestidos.

Diseños que incorporan dibujos de palmeras y hojas grandes, estilo 'boho', más informal "para casarte en la playa", dice, no en vano la colección se llama 'Marea', donde incorpora vestidos en guipur, bordado en organza, lentejuelas que simulan las escamas de los peces, pedrería, raso y tul bordado.

"A mis diseños les añado ese valor diferencial: soy especialista en los bordados y llevo un toque clásico pero a la vez muy actual", señala, aunque reconoce que en la mantilla se apuesta por la tradición y por la calidad.

"Una mantilla suele ser para toda la vida", se innova menos y lo que "funciona es el estilo blonda, con dibujos más grandes y chantilly".

Se lamenta, de la escasez de bordadoras; "Se está perdiendo una valiosa artesanía por falta de mano de obra, la media de las bordadoras está en los 70 años".

"Cuando empezó mi abuela eran muchas las mujeres que se dedicaban a esto; tertuleaban, el bordado les servía de entretenimiento al trabajar en grupo", según el tamaño del bastidor se necesitaban más de dos manos para trabajar sobre él. Sin embargo, "si todo continúa igual, se extinguirá".

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