Un dispositivo colocado en la muñeca medirá los hábitos de sueño, la temperatura de la piel y la exposición a la luz y al ruido de un grupo de adolescentes para estudiar el impacto en su rendimiento, estrés académico y bienestar emocional, un estudio que comenzará este mismo curso en tres institutos.
"Se trata de evaluar el sueño en un contexto escolar real y, más allá del aspecto fisiológico, incorporar el factor ambiental y social y la propia percepción de los jóvenes" sobre el sueño, explica Ángeles Bonmatí, investigadora del laboratorio de cronobiología Ciberfes (Centro de Investigación Biomédica, Instituto de Salud Carlos III).
Durante cuatro semanas, se pedirá a profesores de secundaria y bachillerato que mantengan las aulas con el máximo nivel de iluminación posible. "A veces se corren las cortinas y persianas en el aula, con lo que se perjudica el patrón de exposición a luz y el contraste entre la luz y la noche se reduce porque el alumnado pasa mucho tiempo en interiores con baja exposición lumínica".
En casa y conforme llegue la noche, la luz se deberá atenuar, se reducirán los niveles de ruido y se evitará usar las pantallas luminosas una hora antes de acostarse. Además se procurará ingerir la comida principal siempre a la misma hora, y nunca más tarde de las 15:00, así como la cena dos horas antes de irse a la cama y no se deberá bajar de las ocho horas de sueño.
Un vigilante en la muñeca
A nivel fisiológico, el sueño se medirá mediante unos dispositivos con sensores que se colocan en la muñeca (KronoHealth), que registra temperatura, tiempo en movimiento, luz total y luz circadiana, ritmos de sueño, niveles de somnolencia durante el día etc, añade Bonmatí, de la Universidad de Murcia y miembro del grupo de trabajo de cronobiología de la Sociedad Española del Sueño.
"Estudiaremos el nivel de adherencia y los posibles beneficios de estos hábitos, su efecto en el rendimiento y la gestión del estrés académico", habrá además cuestionarios de calidad del sueño y entrevistas a los participantes en el estudio piloto, que se desarrollará en tres institutos de la Región de Murcia.
Recuerda que las recomendaciones del sueño varían a lo largo de la vida, a partir de los 18 años lo aconsejable son más de siete u ocho horas y a los 13-18 años lo óptimo son 8-10 horas, afirma la autora de "Que nada te quite el sueño".
Mejorar el rendimiento académico y el bienestar emocional
Entre los objetivos del proyecto figura saber si con esa "pequeña intervención de los profesores y las familias" hay una mejora en el rendimiento académico y en el bienestar emocional del alumnado.
"Sabemos que un niño o un adolescente que duerme poco va a rendir peor, pero lo que queremos ver es si revirtiendo/modificando los factores ambientales mejora".
Crear una red de colegios: SleepSChool
Una vez se recopilen los resultados, la idea es divulgarlos y crear una red de centros educativos que se adhieran a este protocolo, similar a la red de hospitales "Sueñón", comprometidos con cuidar el sueño en ese contexto sanitario.
En el caso de las escuelas, la red se denominará "SleepChool", igual que el título del estudio piloto, que reclutará a noventa alumnos de 1º y 4º de ESO y 2º de Bachillerato (adolescencia temprana, media y tardía).
Todos los procedimientos han sido ya aprobados por el Comité Ético de la Universidad de Murcia.
Otro de los objetivos es conocer la percepción que tiene el alumnado sobre el sueño. "Calan bulos como que una persona que necesita dormir más horas es vaga; que si no puede conciliar el sueño es que no tiene la conciencia tranquila o que dormir es una pérdida de tiempo".
"Partimos de la base que ellos saben mucho de dietas, de nutrición en general, porque desde pequeños se les enseña estas cuestiones, pero quizá nadie se ha parado a explicarles la importancia del sueño", concluye la investigadora.
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