Investigadores andaluces han patentado un sistema que permite reducir el torbellino de aire que generan las alas de un avión al alzar el vuelo, acortando así en hasta un 10% el tiempo de espera entre despegues, que actualmente oscila entre los 60 y 90 segundos.
Esta tecnología la han desarrollado siete investigadores de la Universidad de Málaga (UMA) y uno de la Universidad de Sevilla en colaboración con el gigante de la aviación Airbus.
El trabajo cuenta con una financiación de 200.000 euros del Ministerio de Ciencia e Investigación y sus resultados han sido publicados en las revistas científicas 'Physics of fluids' y 'European Journal of Mechanics B/Fluids'.
Cuando un avión despega de un aeropuerto se forma una estela turbulenta que impide que durante un intervalo de tiempo prudencial, como mínimo de un minuto, pueda elevarse otra aeronave, para evitar ese tubo de aire y asegurar la trepada.
Esas turbulencias las provocan los vórtices generados en los extremos de las alas. Lo que los investigadores plantean es precisamente modificar esas partes del avión, instalando en ellas unos inyectores de aire que reduzcan la intensidad de los torbellinos.
La clave, como explica a EFE la profesora Paloma Gutiérrez, del Departamento de Ingeniería Mecánica, Térmicas y de Fluidos de la UMA, que lidera la investigación, es inyectar esos chorros de aire con una determinada frecuencia y desde un determinado ángulo.
La colocación de estos dispositivos no tendría un coste muy elevado, precisa Gutiérrez, ya que lo que se expulsa no es ningún gas, sino simplemente aire.
Una reducción del 10%
Los investigadores han constatado que con este sistema se podría reducir en al menos un 10% el tiempo de espera entre despegues, es decir, que se podrían ahorrar entre 6 y 9 segundos entre cada operación.
"Puede parecer poco, pero a lo largo de muchos días y muchos años es mucho", señala la investigadora, que recuerda que disminuir los tiempos entre despegues aumentaría la capacidad operativa de los aeropuertos y agilizaría las operaciones en épocas de mucho tráfico aéreo, como en verano.
La reducción de este 'impasse' resulta también de interés para mejorar las operaciones que requieren aeronaves en formación o para vuelos de seguridad y emergencias, como en el caso de un incendio que necesite apoyo aéreo.
"Ya hemos conseguido una patente en España y ahora estamos enfocándonos en mejorar los parámetros de la inyección, para conseguir reducir aún más esos vórtices", apunta Gutiérrez.
Colaboración de Airbus
Los investigadores, que trabajan en este proyecto desde septiembre de 2022, han contado desde el principio con la ayuda del grupo aeronáutico Airbus, con el que se reúnen cada seis meses para analizar los últimos avances de la investigación.
"Ellos, a su vez, nos dan ideas de las cosas que les interesan más de cara a aplicar el sistema en los vuelos comerciales", apunta la profesora.
Esta investigación tiene una segunda línea de trabajo, que se centra en cómo tendrían que estar diseñadas las alas de los aviones, construidas cada vez con materiales más ligeros y flexibles, para que ofrezcan una mayor sustentación y un menor arrastre o fricción con el aire, lo que contribuiría a reducir el consumo de combustible.
De ahí que otra empresas del sector de la aviación se hayan interesado por este trabajo, que los expertos han podido validar con la ayuda del túnel de viento de la UMA, un cubículo rectangular que está dotado de ventiladores superpotentes que alcanzan hasta 40 metros por segundo, lo que lo convierte en uno de los más potentes de España.
"Contar con ello nos ha permitido avanzar mucho, hasta el punto de que el equipo de investigación acaba de lanzar una patente de su sistema que consigue acelerar el decaimiento de los vórtices basado en un prototipo, y estamos a la espera de su reconocimiento a nivel internacional", subraya Paloma Gutiérrez.
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