No hay año en el que las calles se llenen de mujeres y hombres que persiguen la igualdad real entre ambos sexos en todos los ámbitos. El 8 de Marzo es una jornada reivindicativa en el que se recuerda todos los escalones que quedan por subir para que vivamos en una sociedad totalmente justa.
De la misma manera, no hay ocasión en la que el feminismo sea puesto en solfa por alguien, que no señalen a las manifestantes por su aspecto o su físico, como si eso fuese realmente importante, como si el machismo fuese cosa de Adonis. Tampoco falla que cualquier figura política de relumbre se deje caer para soltar una de las suyas, una salida de pata de banco que nos haga sentir vergüenza ajena, ya que ellos no la sufren.
Esta vez, constituyéndose en un clásico en estas fechas, ha sido Isabel Díaz Ayuso la encargada de subirnos los colores. Sólo ella es capaz de enlazar en un sólo párrafo tal cantidad de ideas aleatorias que parece que sus discursos se los elabora alguna aplicación de inteligencia artificial, porque humana, seguro que no. Ella pide un Día del Hombre, se queja de que nadie se preocupe de que sean los hombres los que lideran las tasas de accidentes laborales , o de tráfico.
Como es de esas personas que habla sin procesar antes lo que va a decir, quizás no ha tenido tiempo de buscar y encontrar que ese día que pide a gritos es el 19 de Noviembre. Eso, o que el pinganillo tenía interferencias en ese momento. Quizás no ha pensado que el hecho de que nosotros lideremos esas estadísticas es por culpa de una sociedad machista que nos ha asignado ese papel y esos trabajos. O quzás, sencillamente, no ha pensado.
No saben las ganas que tengo de que esta mujer se convierta, al fín, en la gran lideresa que necesita la derecha española. Cuento las fechas que faltan para que se corone como Reina de Génova, y pasee su discurso, allende Madrid, con el mismo estilo que despliega en Bruselas, para mayor ridículo del pais.
Necesitamos a Ayuso liderando al PP, sin falta, a la mayor brevedad posible. Necesitamos que su liderazgo y su idea de libertard, cañas y cenas a la una de la mañana se convierta en el nuevo slogan de la derechita cobarde. Tanto, como necesitamos un Día de la Mujer, como menos, cada mes. La mejor prueba de que sigue siendo necesario es toda la gente que cree que no hace falta.
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