Jil Spencer, una de las integrantes de la asociación que se encarga de recogerlos, ha explicado a Efe que la actual situación económica ha afectado a los propietarios de estos animales, que ahora deben disponer de un “pasaporte” que los identifique, lo que supone un coste que roza los 90 euros.
Este refugio, que cuenta con dos granjas, tiene acogidos a un total de 212 mulos y asnos procedentes de España e Italia que precisan de cuidados y atención médica por estar enfermos, haber sido abandonados o maltratados.
Aunque la edad media de los burros que viven en el centro de rescate se sitúa en los 25 años, pueden llegar a cumplir los 40, algo poco común en el caso de los que han sido apaleados o separados de sus madres cuando aún eran crías.
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