La Pandilla apunta a su centenario sin variar apenas su primitiva fisonomía. Lo único que ha variado es el universo que le rodea y sus parroquianos, que con los antiguos comparten su pasión por el vino de la tierra y la tertulia.
Allí nos recibe Nono, que nos da detalles del penúltimo despacho de vinos del centro.
Y con el otro Nono, el del desaparecido tabanco de la calle San Agustín, que es cliente fijo.
Casualmente, ese día celebraba su cumpleaños el poeta y articulista Rafael Benítez Toledano, y también cayó berza.
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