El PSOE trata de digerir una de las semanas más duras de su historia reciente por el pulso entre Ferraz y José Luis Ábalos por el caso Koldo, con la incógnita de cómo evolucionarán los hechos en medio de una presión creciente del PP, que apunta ahora a la presidenta del Congreso, Francina Armengol.
La semana empezó con toda la atención puesta en un nombre propio, el del exministro socialista José Luis Ábalos, y acaba con el foco sobre la expresidenta de Baleares y actual presidenta del Congreso, Francina Armengol, a la que el PP ha pedido que dimita por el caso Koldo.
El lunes la Ejecutiva Federal del PSOE tomó una decisión sin precedentes al darle a Ábalos un plazo de 24 horas para que entregara su acta de diputado en el Congreso por considerar que tiene "responsabilidad política" en el caso en el que está siendo investigado su exasesor Koldo García.
La exigencia llegó después de varios llamamientos infructuosos para que Ábalos tomara la decisión por sí mismo, incluyendo una indirecta en público del presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez.
El exministro y exsecretario de Organización del PSOE llegó hasta el final con su desafío al partido, y al propio Sánchez, al desoír el ultimátum de la Ejecutiva Federal y anunciar el martes que mantenía su acta de diputado pero dentro del Grupo Mixto.
El anuncio tuvo lugar en una comparecencia ante los medios en la sala de prensa del Congreso, solo y sin preguntas, en la que defendió su inocencia y cargó contra su propio partido.
"Me hubiera gustado tener el beneficio del compañerismo", llegó a decir Ábalos, que con su decisión se plantó ante Sánchez haciendo uso de su mismo 'manual de resistencia'.
Inmediatamente, el PSOE informó de la apertura de un expediente contra Ábalos y de su suspensión cautelar de militancia, con la posibilidad de llegar a expulsarlo del partido.
La conmoción y el desconcierto se apoderaron de los socialistas, muy afectados al contemplar cómo se habían precipitado los acontecimientos con Ábalos, hasta hace poco mano derecha de Sánchez y una de las personas que lo ayudaron a resurgir de sus cenizas tras la defenestración que sufrió por parte del PSOE en 2016.
De hecho, este pulso entre Ábalos y Ferraz es uno de los episodios más traumáticos que ha afrontado el partido en su historia reciente, tras el convulso Comité Federal que en 2016 forzó a Sánchez a dimitir como secretario general socialista.
Es evidente que el caso Koldo ha agitado al PSOE en un momento delicado para el partido, que aún estaba tratando de recuperarse de la debacle de las elecciones autonómicas gallegas del 18 de febrero.
Pero, además, este caso lo está aprovechando el PP para redoblar la presión sobre el Gobierno de Sánchez en una legislatura ya de por sí complicada, con los apoyos parlamentarios muy justos y las negociaciones con Junts aún en marcha para la aprobación definitiva de la ley de amnistía en el Congreso.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha asegurado que Sánchez conocía lo que estaba ocurriendo con el caso Koldo y lo tapó, y ha denunciado que el cerco sobre el presidente del Gobierno está cada vez más próximo, al haber varios ministerios y dos gobiernos autonómicos socialistas relacionados en su momento con la compra de mascarillas a la trama, los de Canarias y Baleares.
A lo largo de la semana, el PP ha pasado de hablar del "caso Ábalos" a centrar sus ataques en la expresidenta balear y actual presidenta del Congreso, Francina Armengol, a la que piden su dimisión al considerar que su Govern fue conocedor y colaborador activo de una presunta estafa en la compra de mascarillas.
En el PSOE insisten en que Ábalos no está investigado y en que Armengol actuó siguiendo el procedimiento, mientras piden dar tiempo a la investigación judicial en curso y cuestionan el PP por su papel en la trama después de que apareciera el nombre del portavoz popular en el Congreso, Miguel Tellado, en el auto del juez.
Además, Sánchez en concreto ha sacado pecho de la contundencia de su partido contra la corrupción, en contraste con la actitud que denuncia que ha tenido el PP, y ha destacado la transparencia y rendición de cuentas de los socialistas con su petición para crear una comisión de investigación en el Congreso que analice en primera instancia el caso Koldo.
Una comisión que cuestiona el PP que, por su parte, ha contraatacado al proponer una comisión en el Senado (donde tiene mayoría absoluta) centrada en el caso Koldo.
A la espera de conocer su recorrido judicial, lo cierto es que por el momento esta trama ha sacudido al PSOE y se ha convertido en un tema central del debate político, por delante incluso de la ley de amnistía.