El jardín de Bomarzo

Controlados

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 A los controladores aéreos se les ha situado en la órbita de los malos malísimos tipo Bin Laden –pero el de barbas y turbante y no los famosos billetes de 500 euros que antes no se veían y ahora se duda seriamente de que alguna vez existieran- y secuaces, malos históricos que desde Hitler a la bruja de Blancanieves han hecho, entre otras cosas, medir el potencial de los buenos. Porque frente a un malo siempre hay un bueno y en función de la magnitud de la maldad está la dimensión de la bondad enfrentada. O algo así. Lo cierto es que hoy ser controlador aéreo cotiza al alza en el listado de malos históricos y eso, torpemente, se lo han ganado a pulso al dejarse llevar por una rabieta a destiempo y paralizar el tráfico aéreo de todo un país mediante una maniobra de sabotaje como si ellos fueran dueños de nuestro azul cielo y, claro, ahí solo mandan Dios y, en su ausencia, los militares.
Dicho lo cual, me sorprende enormemente que con la de días que tiene un año a este Gobierno solo se le ocurra decretar reformas contra un colectivo tan polémico como es el citado la tarde antes de que se inicie el puente más fructífero para nuestros cielos de todo el año. Una de dos, o han sido muy torpes no midiendo las consecuencias o han sido exactamente lo contrario, muy listos, provocando una situación, decretando estado de alarma con sensaciones de golpe de autoridad y, sobre todo, desviando hacia ellos la atención nacional que hasta ese momento se centraba en la última reforma laboral y el consiguiente recorte en materias como desempleados de larga duración. Porque parte de la crisis hoy la tienen los controladores aéreos y hasta Horeca se plantea demandarles por los perjuicios económicos que han sufrido nuestros hoteles.
No puedo creerme que mi gobierno actúe con tan sibilina maldad, pero la primera opción me deja aún más inquieto. Porque de la segunda pensaré que son canallas pero listos, que siempre es preferible, aunque sea por poco, a ser tontos de remate. No lo sabremos nunca, como tantas otras cosas, solo nos quedará una sensación nacional de desasosiego ante el perjuicio económico que han sufrido los de siempre, y una internacional de aquellos que opinan, y la lista crece, que con España las cosas siempre son muy difíciles. ¿Controlados? Desde luego siempre ha habido expertos en manejar la opinión pública y los tiempos que corren son propicios para medir la altura de los estrategas del pensamiento.

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