—¿Cómo es ese momento en el que le proponen ser Rey Mago?
—Me lo comentó la alcaldesa de una forma prácticamente que no me dejo elegir. Estaba reunido con ella, y se planteó que si quería ser Melchor o Gaspar pero sin elección a decir que no, y entonces pues dije que el que ella quisiera y, nada, al final Melchor. Y así me lo comunicó definitivamente el delegado de Fiestas Jesús Villegas.
—¿Cómo acogió esa designación?
—Hombre al principio me sorprendió porque la verdad es que uno ya está un poco mayor para estas cosas de los Reyes Magos. Pero con mucha ilusión de decir, bueno, es algo bonito que no te pasa siempre en la vida y poder llevar ilusión a los niños... y aquí estoy en plena batalla.
—¿Y su familia?
—Pues muy bien, sobre todo mi madre, que es muy mayor, pues tiene 92 años, y que es sanluqueña. Ella de chiquilla fue angelito en los Reyes en los años 1920 y le hace mucha ilusión que un hijo suyo sea uno de los reyes magos de su pueblo. La verdad es que se lo han tomado todos muy bien, con mucha alegría.
—Pese a trabajar fuera, está muy vinculado a esta tierra
—Pues sí porque mi familia por parte de madre son todos de Sanlúcar y Chipiona, pero más sanluqueños que chipioneros. Mi abuela era sanluqueña y, bueno, ahora todavía hay familia mía viviendo en Sanlúcar y yo, además, veraneo aquí. Nací en Madrid, donde he pasado casi toda mi vida, pero ahora vivo en Sevilla por temas de trabajo.
—¿Se considera un poco sanluqueños de adopción por eso de la familia?
—Me consideró andaluz de orí genes y sanluqueño de adopción y con muchísima honra.
—¿Se siente con más responsabilidad de ser Rey Mago en los tiempos que corren por la crisis?
—No, hombre, cuesta el hecho de que todos tenemos poco tiempo, yo desgraciadamente muy poco, y hay que dedicarle tiempo hacer muchas cosas y organizar cenas, etc, pero unos compañeros maravillosos que me suplen todo lo que pueden, tanto Rosario como Carmelo. No es complicarlo, hay que dedicarle un poco de tiempo y creo que lo vamos a ser lo suficientemente bien para que todos estén contentos.
—De todas sus majestades, sus obligaciones laborales, al trabajar fuera, le están obligando un poco a ser un Rey Mago a distancia...
—Por eso te digo, que procuro dedicar los viernes a estar en Sanlúcar como haré este próximo (por ayer) e intentar estar lo más cerca que pueda, pero lo que son reuniones preparativas me suplen las otras dos majestades y yo me pongo a sus órdenes.
—-¿Conocías a los Reyes Magos de antes?
—No los conocía absolutamente de nada, los conocí el día que nos presentaron a los medios de comunicación en el Ayuntamiento.
—-Pues han congeniado muy bien, porque hablan maravillas el uno del otro
—La verdad es que son unas personas encantadoras y estoy encantado de colaborar con ellos y de poder llevar esta ilusión a los niños.
—¿Tiene decidido ya a quién llevará en la carroza?
—Me van a acompañar amigos míos, sanluqueños hay dos y el resto son gente amiga mía de Sevilla y compañeros de fábrica. Te voy a dar un avance y es que el director general de Urgencias Médicas de Andalucía, el doctor Francisco Muriño, va a ser unos de mis pajes. Siempre hay que llevar un médico en una carroza por si acaso nos desvanecemos (risas). Está absolutamente ilusionado él y su hijo de estar ese día de paje y pasar un día agradable y hacer un día agradable para los niños y los menos niños.
—¿Qué le pides a los Reyes Magos?
—Ante todo que me dé salud, que mi familia esté bien y que podamos ofrecer mucho más trabajo a la gente de nuestra tierra, a la gente andaluza. Como sabes nosotros tenemos fábrica de industria fotovoltaica y salud para seguir adelante y que a todos nos vaya bien.
—¿Qué es lo más complicado de ser Rey Mago, si es que lo hay?
—Lo más complicado es que es una cosa que no te pasa nunca. A mí lo que me preocupa es que esa expectación que tú creas en los niños, que tengas los gestos adecuados para que ellos se sientan bien, se sientan cercanos a esas personas que ellos van a mirar como cuando éramos pequeños nosotros dado que estamos hablando de los Reyes Magos que te traen los regalos. Eso sí me crea un poquito de inquietud, el poder sentirme cercano a los niños.
—¿Y lo más fácil?
—Dejarme convencer, no tuvieron que luchar mucho. Me dejé convencer enseguida.
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