"La participación a nivel internacional de entidades independientes puede prevenir las consecuencias irreparables de los vertidos al mar", afirmó
China pidió hoy a Japón "transparencia" después de que la accidentada central atómica de Fukushima sufriera una fuga de agua radiactiva en su sistema de filtración de líquido contaminado, parte del cual fue a parar al subsuelo.
Según el portavoz de Exteriores chino Wang Wenbin, la fuga "demuestra una vez más que la gestión de Japón es caótica", y que Tokio tiene "la responsabilidad de dar explicaciones de manera forma oportuna, transparente y responsable".
"China tiene motivos para estar preocupada. ¿Puede Japón garantizar la seguridad en la gestión de las descargas al mar, en los equipos de purificación de agua contaminada nuclear?", se preguntó el portavoz.
Agregó que hacen falta "acuerdos regulatorios internacionales efectivos y a largo plazo", e instó a Japón a que responda a las preocupaciones de la comunidad internacional, "cooperando plenamente con los países vecinos".
"La participación a nivel internacional de entidades independientes puede prevenir las consecuencias irreparables de los vertidos al mar", afirmó.
El incidente se produjo el pasado miércoles debido a una válvula que permaneció abierta de forma errónea durante una operación de trasvase de agua contaminada llevada a cabo por los trabajadores de la planta en el marco de una inspección, según informó en un comunicado la compañía eléctrica Tokyo Electric Power (TEPCO).
TEPCO estima que hasta 5,5 toneladas de agua pudieron verterse en el interior del recinto de la central Fukushima Daiichi, y calcula que el líquido podía contener hasta 220 veces el nivel máximo de materiales radiactivos como el cesio-137 fijado por las autoridades niponas.
Además, TEPCO explicó que por el momento "no se ha detectado ningún impacto medioambiental" en el exterior de la planta a raíz del incidente, que se produjo dentro del sistema de purificación y canalización del agua contaminada de la planta para su vertido en el mar de forma controlada.
La planta accidentada por el terremoto y el tsunami de marzo de 2011 comenzó el pasado agosto a descargar en el Pacífico las grandes cantidades de agua procesada que se generan y almacenan en sus instalaciones, una medida que está siendo supervisada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Este agua es tratada mediante un complejo sistema de filtrado que elimina la mayor parte de los elementos radiactivos nocivos, menos el tritio (un isótopo nuclear presente en la naturaleza), antes de su almacenamiento en tanques para ser vertida.
Actualmente hay más de 1.000 tanques en los terrenos de la planta y se espera que su vertido, que ha despertado fuertes protestas de la vecina China y del sector pesquero nipón, se prolongue al menos durante 30 años.