Los madrileños saltaron al césped con muchas ganas de dar un puñetazo encima de la mesa. Quería demostrar que los seis partidos consecutivos sin ganar eran un accidente. Y, en un principio, le salió muy bien la jugada. Ofreció otra cara, alejada de la falta de acierto de sus últimos encuentros.
Y es que las estadísticas del primer tiempo fueron contundentes. El Getafe lanzó ocho saques de esquina por uno de los maños. Disparó ocho veces a portería, una de Pedro Ríos muy peligrosa, por una del Zaragoza, que acabó en el fondo de la red.
El Getafe intentó espabilar en la reanudación. Míchel sustituyó a Javier Casquero por Jaime Gavilán y el extremo zurdo revolucionó a sus compañeros.
Reaparecía y su primera intervención culminó en un córner que remató al larguero Rafael López con un cabezazo. Segundos después, una patada de kárate de Sinama sobre el mismo Gavilán fue causa suficiente para que el árbitro señalara un penalti que transformó Adrián Colunga.
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