La Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados (Oficina C) ha advertido de que Internet y el desarrollo digital ha generado un nuevo contexto social e informativo que "ha favorecido una amplificación sin precedentes de la desinformación y sus efectos, convirtiéndola en una desatacada amenaza para los sistemas democráticos".
Así lo refleja el informe 'Desinformación en la era digital. Una amenaza compleja para las democracias', elaborado por la Oficina C de la Cámara Baja a partir de 492 documentos y consultando a un total de 18 expertos en la materia.
El documento concluye que la desinformación es "una cuestión de seguridad nacional que alcanza niveles críticos en situaciones de gran relevancia social, como crisis sanitarias, conflictos bélicos o los procesos electorales".
También alerta de que las 'fake news' pueden "repercutir negativamente" sobre bienes públicos como la salud y erosionar los procesos e instituciones democráticos, así como algunos derechos fundamentales, como el de información.
A la vez, detalla que su gestión "es compleja", ya que algunos de estos derechos, como la libertad de expresión, podrían verse restringidos "si no se actúa con la cautela y precisión necesarias". "La ciudadanía se muestra mayoritariamente preocupada por la cuestión, a la vez que existen síntomas claros de su indefensión", precisa el estudio.
Entre sus conclusiones, incide en que la era digital permite una amplificación "sin precedentes" de la desinformación y otros desórdenes informativos que supone un importante riesgo para las democracias.
Por ello, subraya que el tratamiento de la desinformación "es un reto porque debe proteger a la ciudadanía y ampliar sus derechos sin restringir otros como la libertad de expresión o el derecho a la información veraz".
El éxito de una campaña desinformativa, según explica el estudio, no necesariamente recae en generar falsas creencias, sino en generar confusión, desconfianza, dividir y amplificar sesgos y prejuicios.
Para ello, los instigadores suelen explotar componentes afectivos y sustituir verosimilitud por veracidad. "Persigue cambios estructurales en la percepción ciudadanía más que efectos concretos a corto plazo", revela el informe sobre las campañas de desinformación.
Y añade que ña desinformación en la era digital se ve favorecida por un entorno en el que la intermediación clásica y el flujo informativo se difuminan: cualquiera puede generar contenido, difundirlo y compartirlo. El estudio indica que esto genera "una explosión informativa de diferentes calidades que dificulta la identificación de contenidos veraces generando incertidumbre".
La investigación explica la desinformación en un contexto sociopolítico "en el que la crisis de confianza democrática, la situación geopolítica, los factores sociales y psicológicos y el propio modelo de negocio digital, apoyado en tecnologías poco transparentes y en constante evolución, tienen un papel muy relevante".
Aunque existe consenso en torno a los riesgos y la necesidad de poner en marcha mecanismos para combatirlo, matiza que "la complejidad del fenómeno dificulta un análisis integral del impacto de la desinformación".
Los expertos apelan a la responsabilidad y cooperación de todos los agentes (políticos, informativos, comerciales) para no explotar la incertidumbre y la desinformación. "Las instituciones democráticas y sus garantes deben fomentar un diálogo con la ciudadanía que refuerce la confianza y se adecúe al nuevo contexto informativo", agregan.
Las medidas para combatir la desinformación tienen como objetivo final la resiliencia y la alfabetización mediática y digital del conjunto de la sociedad. Así, el marco europeo promueve medidas orientadas a defender y reforzar la democracia ante la desinformación y consolidar mecanismos que la combatan de forma sistémica, desde la atribución de responsabilidades o su desmonetización hasta la extensión de la pluralidad y libertad de medios y la moderación de la contienda electoral online.
Respecto a la Inteligencia Artificial, el informe recalca que sus nuevos desarrollos "pueden suponer un antes y un después para la desinformación", ya que, aunque intensifican el alcance y peligro que supone, también ofrecen nuevas oportunidades para detectarla y combatirla.