El Ejército israelí continúa sus ataques por aire, tierra y mar sobre la Franja de Gaza en la jornada 88 de su guerra contra el grupo islamista Hamás, mientras realiza ajustes en sus tropas desplegadas en el enclave palestino, donde la crisis humanitaria se agrava cada día más.
"En operaciones conjuntas, las fuerzas navales, aéreas y terrestres de las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron a varios terroristas y neutralizaron explosivos", indicó un portavoz del Ejército.
Esto ocurrió después de que tropas israelíes identificaron a milicianos "que colocaban artefactos explosivos a lo largo de la costa de la Franja de Gaza y dentro de complejos adyacentes a la costa", para detonarlos contra soldados israelíes, explicó.
Por otro lado, "tres terroristas en el sur de la ciudad de Gaza que ingresaban a un complejo" fueron atacados por un avión de combate, lo que causó explosiones secundarias, sugiriendo que "dentro del recinto se almacenaban grandes cantidades de armas", abundó el vocero.
En el sur del enclave palestino, en Jan Yunis, donde se cree que se esconden altos líderes de Hamás, la inteligencia israelí guió a las tropas para realizar "una incursión selectiva en complejos operativos donde se almacenaban armas y se dirigían actividades terroristas", precisó.
En el centro de la Franja también hubo operaciones militares: en el campo de refugiados Bureij, las tropas israelíes hallaron varios lanzacohetes junto a una escuela de la UNRWA, y en otros puntos identificaron una instalación de producción de armas, trincheras con lanzadores de cohetes de largo alcance, que fueron desmantelados.
Israel busca adaptar el despliegue de sus tropas en Gaza ante una guerra que se prolongará en 2024, lo que implica ajustes entre los más de 360.000 soldados reservistas que fueron movilizados tras estallar la guerra en octubre.
Así, el Ejército retirará varias brigadas, lo que implica mandar a casa a miles de soldados, pero no está claro si supone una rotación rutinaria o podría marcar el camino a otra fase de guerra, que ha causado un total de 507 soldados muertos, 170 de ellos caídos durante la incursión terrestre.
La guerra estalló el 7 de octubre tras un masivo ataque de Hamás que incluyó el lanzamiento de cohetes y la infiltración simultánea de unos 3.000 milicianos que masacraron a unas 1.200 personas y secuestraron a otras 250 en poblaciones cercanas a Gaza.
Desde entonces, el Ejército de Israel ha mantenido una fuerte ofensiva por aire, tierra y mar contra el enclave palestino, donde ya suman casi 22.000 palestinos muertos, la mayoría de ellos niños y mujeres, además de otros miles de desaparecidos bajo los escombros, según el ministerio de Sanidad de Gaza, bajo control de Hamás.
Argumentando que Hamás utiliza infraestructura civil para sus operaciones militares, Israel ha bombardeado viviendas, escuelas, hospitales, templos, sitios arqueológicos, plantas de tratamiento y abastecimiento de agua, así como instalaciones de telecomunicaciones o de suministro de energía.
La guerra ha dejado también unos 1,9 millones de desplazados en Gaza, un 85 % de la población de la franja, que viven en medio de una crisis humanitaria sin precedentes por el colapso de los hospitales, el brote de epidemias y la escasez de agua potable, alimentos, medicinas, electricidad y combustible.