Una urna recoge desde esta semana las cartas que decenas de personas escriben cada semana a Gustavo Adolfo Bécquer, que eran dejadas en su tumba sevillana, con el deterioro que ello ha supuesto, y que ahora se recogen en una urna con cristales grabados con sus poemas, ante la lápida con los restos del escritor en el Panteón de Sevillanos Ilustres.
Y, desde luego, es algo para analizar con detenimiento, porque Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida nacido en Sevilla el 17 de febrero de 1836, casi 200 años después de nacer sigue recibiendo cartas procedentes de personas que les piden consejos amorosos, inspiración para escribir un libro o ayuda para aprobar un examen de Filología Hispánica.
Pero toda esa devoción epistolar había provocado un problema, ya que las cartas se colocan en cualquier lugar de su tumba, por ejemplo en el soportal del monumento que la corona, que se ha ido deteriorando poco a poco, de modo que en la Universidad de Sevilla -la tumba está en el sótano de la Facultad de Bellas Artes- se pusieron a pensar cómo solventar el problema, y lo han encontrado en forma de urna llena de poesía por los cuatro costados, y nunca mejor dicho.
La idea forma parte del proyecto 'Bécquer no era Bécquer', creado para desmitificar algunos de los aspectos del escritor que han podido llegar tergiversados a la actualidad, y se muestra esta semana durante tres jornadas de puertas abiertas que culminan este viernes, viernes 22 de diciembre, aniversario de la muerte de Bécquer en 1870.
Gustavo Adolfo Bécquer falleció en Madrid, y aunque sus restos están enterrados en Sevilla, junto a los de su hermano Valeriano, no se consiguió trasladarlos hasta 1913.
Fue enterrado inicialmente en la Sacramental de San Lorenzo de Madrid, y no fue hasta abril de 1913, gracias al trabajo del escritor José Gestoso, que los restos de ambos fueron trasladados a Sevilla, reposando primero en la cripta de la Anunciación y desde 1972 en el Panteón de Sevillanos Ilustres, bajo la facultad donde se forman los artistas del futuro.
La urna, colocada esta semana, ya tiene hoy decenas de cartas, y poco a poco se irán retirando las que se encuentran en la base de la estatua del ángel que corona la lápida, donde incluso hay metido a presión un rosario, que alguien, no se sabe ni quién ni por qué, entregó a Bécquer como ofrenda en una visita a su tumba.
Virginia López, guía del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS), explica a EFE que la urna se ha convertido en algo necesario, “debido al deterioro del monumento”, provocado, eso sí, desde la buena fe de los amantes del poeta, pero que, sin darse cuenta, han ido provocando daños en un lugar icónico para miles de personas de todo el mundo.
Para hacerlo realidad, el proyecto lo sacado adelante un grupo de alumnos de la asignatura ‘Literatura española del siglo XIX’, impartida por la profesora Mercedes Comellas en la Universidad de Sevilla, que, en colaboración con el Ayuntamiento, ha diseñado para hoy una ruta guiada con el fin de “desmitificar la figura becqueriana y desligarla de la fabulación que pesa sobre ella y que ha construido el perfil más popular del poeta”.
Se corona la jornada con una lectura de poemas de Bécquer ante su tumba, que se leerán en español, hebreo y árabe, un guiño y un deseo para el fin de los ataques de Israel al pueblo palestino, igual que en 2022 los poemas se leyeron en ucraniano, en homenaje a un país que a día de hoy sigue sufriendo la invasión rusa.
La conmemoración del 22 de diciembre se completa con ilustraciones en las que se muestran diferentes imágenes del poeta, que se ofrecen como obsequio a los asistentes al acto conmemorativo, obra de Ángela Cano, y ya todo quedará pendiente de celebrar su cumpleaños el próximo febrero.